PARIS, AL FIN, PERO NO
El martes 15 de mayo, toda la Corte
de Francia con el Rey y los prometidos a la cabeza deja La Compiègne rumbo a
Paris. Como en etapas anteriores la muchedumbre obstruye los caminos y las
plazas de los puebles y los gritos de “Vive
la Dauhine! Vive le Dauphin!” son constantes. Poco después del mediodía el
cortejo llega a la pequeña población de Saint-Denis, situada al norte de Paris
(hoy en día un suburbio de la capital francesa). El objetivo no es visitar la
suntuosa necrópolis de los reyes de Francia en la Abadía de Saint-Denis, no
habría sido una visita muy adecuada en vísperas de una boda, sino hacer una
parada en el Convento de la Carmelitas. Allí se encuentra la princesa Louise,
hija del Rey y por lo tanto otra tía política de Marie-Antoinette (junto con
las Mesdames ya citadas). La joven
princesa, había sorprendido a toda Francia cuando, a principios de año, había
hecho saber a su padre que deseaba ingresar en un convento, pero no con el
rango de abadesa (como era habitual en la caso de la princesas) sino como una
monja más y además, en el convento de la Carmelitas, una orden especialmente
conocida por su rigor y dureza. Al parecer, la joven, que tenía 33 años, estaba
cansada (al contrario que sus hermanas) de los chismorreos versallescos y
deseaba “rezar para expiar los pecados de mi padre”.
La Familia Real con retratos pintados más o menos hacia 1770. La Reina y los padres del Dauphin murieron años antes de la celebración de la boda. Retratos © RMN-Photo. |
Después de esta visita relámpago,
el cortejo sigue, pero no entra en Paris, demasiado masificado, sino que lo
rodea. La entrada oficial a la capital se hará más solemnemente otro día. Esta
decisión no impide que los habitantes de la ciudad se concentren en los boulevards de circunvalación para
saludar a la prometida y al resto de miembros de la Familia Real. Lo más impresionante,
según los cronistas, es que el cortejo avance por los boulevards entre una doble hilera de los suntuosos carruajes de las
“damas de Paris” (entiéndase damas distinguidas pero no aristócratas, sino de
la burguesía). Este despliegue de fastos
anuncia ya las celebraciones que están por venir.
Al atardecer, la Familia Real llega
al Château de La Muette, pequeño
palacete a las puertas de la capital que el Rey aprecia por su carácter íntimo,
pero que había cedido en 1764 al Dauphin
para su uso y disfrute. Allí le presentan a Marie-Antoinette algunos miembros
de la Familia Real que no estaban en La Compiègne, en concreto los otros nietos
de Rey (y hermanos de su futuro marido), el Conde de Provence, el Conde de
Artois y la princesa Clothilde (futura esposa de Carlo Emanuele IV de Savoia).
Mapa de Cassini representando Paris hacia 1750. El punto lila es Saint-Denis, el rojo La Muette y el verde Versailles. |
Por la noche se celebra una cena de
40 cubiertos en la que la joven Dauphine
se encuentra por primera vez con la Condesa Dubarry, amante del Rey. La
anécdota dice que cuando Marie-Antoinette le pregunta a la Condesa de Noialles "¿quién es esa mujer?" ésta responde “está aquí para distraer al Rey” y la inocente
Dauphine replica: “entonces voy a ser
su rival”.
La Condesa Du Barry pintada en por François-Hubert Drouais. A pesar de su aspecto angelical, Jeanne Bécu fue una experta "prostituta de lujo" antes de convertirse en amante real. |
Hacia la 1 de la noche, toda la Familia Real abandona La Muette rumbo a Versailles, a excepción de la Dauphine, que permanece en el castillo con su séquito. Antes de partir el Rey le hace entrega de una suntuosa parure de diamantes y de las joyas de la anterior Dauphine, Marie-Josèphe de Saxe (madre de su prometido).
VERSAILLES, CAPUT MUNDI
El soleado miércoles 16,
Marie-Antoinette, vestida en una très-grand-negligé
(algo así como un vestido de día, nada que ver con la negligé actual), parte del castillo de La Muette para llegar
finalmente a Versailles sobre las diez. Una vez más los caminos están repletos
de gente y de carruajes. El cortejo llega al palacio entre los redobles de
tambores de las hileras de Gardes
Françaises y Gardes Suisses.
La tradición de la Corte dicta que cuando
una reina muere, su appartement debe
ser inmediatamente habitado por la Dauphine,
aunque ésta no sea aún reina. A su llegada a Versailles, Marie-Antoinette debía
haberse alojado, por lo tanto en el suntuoso Appartement de la Reine que hoy en día miles de personas visitan
atolondrada y apresuradamente. Pero la reina Marie Leszczynska ha muerto en
1768, su appartement lleva más de dos
años cerrado y su puesta a punto aún no ha terminado. Marie-Antoinette será
alojada hasta el año próximo (1771) en el actual Appartement du Dauphin en la planta baja, su futuro esposo ocupa
desde hace pocos meses el appartement contiguo
(actual Appartement de la Dauphine).
La Cour de Marbre de Versailles. |
Una vez en su nuevo appartement, Marie-Antoinette debe
prepararse para la boda, empieza el ritual de la toilette, en el que la nueva dauphine
es ceremoniosamente vestida. La toilette
empieza bajo los órdenes de la Condesa de Noailles y se alarga varia horas. Mientras
se desarrolla, Marie-Antoinette recibe varias visitas. El Rey (es privilegio de
la Familia Real asistir a la toilette
aunque la dauphine no esté completamente
vestida ni peinada) llega y le presenta a un miembro de la familia que aún no
conoce, la hermana menor de su esposo, la princesa Élisabeth. No imagina
Marie-Antoinette que esa niña de apenas 6 años será uno de sus acompañantes más
fieles durante las amargas horas de la Revolución. Más tarde son presentados el
Conde de Clermont y la Princesa de Conti (princes
de sang ausentes en la presentación de La Compiègne).
Mientras tanto el primer piso del
palacio se empieza a llenar de gente. Por toda la Galerie des Glaces y el Grand
Appartement se han instalado gradas para permitir al público observar el
cortejo nupcial. Unas balaustradas separan, eso sí, a los espectadores de los
protagonistas. En principio solo las damas con grand habit (gran traje de ceremonia), los caballeros de la Orden
del Saint-Esprit y los asistentes con invitación (más de 5000!!) pueden entrar.
Pero conforme avanza la mañana se da orden de relajar las normas y las damas
bien vestidas “y acompañadas de un lacayo o de un hombre que les dé el brazo” también
entran. Las mejor vestidas ocupan las gradas de la Galerie.
Mientras todo el mundo ocupa su
lugar, el novio y la novia terminan de vestirse. Ella lleva un grand habit de seda plateada y brocado
blanco bordado con hilo de plata (el dorado está exclusivamente reservado al
Rey y a la Reina). El grand habit
siempre se compone de tres partes: el grand
corps (el torso y las mangas de encaje), el panier (en España el guardainfantes) y el bas de robe (la cola de tres a cinco metros).
La cola debió medir entre 3 y 5 metros, en la Corte había un complejo reglamento (que por el momento ignoro) sobre la longitud de las colas. © Livrustkammaren, Stockholm. |
Él lleva el clásico grand habit masculino, también plateado
y formado por un justaucorps (casaca)
una veste (un chaleco abotonado y
largo hasta media pierna) y unos culotte
(calzones hasta la rodilla). Por los puños y el cuello sobresalen los bordados
de la camisa de seda blanca. Encima de toda la vestimenta, el Dauphin lleva el cordon (banda) azul celeste de la Orden del Saint Esprit.
Cuando las respectivas toilettes han terminado, toda la Familia Real se reúne en el appartement del Rey en el primer piso. A la una en punto, el cortejo nupcial sale del Grand Cabinet du Roi rumbo a la capilla. Abre la marcha el Marqués de Dreux Brézé, Gran Maestro de Ceremonias, acompañado de su aide. Luego los prometidos, dándose la mano, inmediatamente detrás de la Dauphine, un paje sosteniendo la cola del vestido, después la Condesa de Noailles. A continuación los princes de sang acompañados de sus gentilhombres y el Conde de Provence y el Conde de Artois (hermanos del Dauphin). Les siguen el Rey, que marcha solo y que da paso a las damas: la princesa Clothilde (hermana del Dauphin), Mesdames (las hijas solteras del Rey), las princesses de sang y unas 70 damas de la Corte en grand habit. Cierran la marcha los principales cargos de la Casa del Rey.
El cortejo nupcial recorre la Galerie des Glaces y las ocho estancias
que componen el Grand Appartement,
todas repletas de elegantes damas y caballeros de Paris dispuestos en gradas.
Hace años que no se ve tal suntuosidad en trajes y joyas. El cortejo desciende y entre el repicar de los tambores de la Garde
Suisse, entra en la planta baja de la Chapelle
Royale donde tienen lugar todas las misas extraordinarias.
Primer piso o piano nobile de Versailles hacia 1770 con los espacios citados en este artículo. El punto azul es el Grand Cabinet du Roi. |
La Chapelle Royale de Versailles, la última aportación de Louis XIV a su amado palacio. |
Los prometidos se sitúan en dos reclinatorios, justo delante de los escalones del altar. Bastante por detrás suyo se sitúa el Rey en su reclinatorio y encima de su tapis de pied (alfombra sobre la que solo podían estar los miembros de la Familia Real), detrás suyo los hermanos y hermana del Dauphin y Mesdames. Alrededor del tapis los princes y princesses de sang. Todos ellos con reclinatorio.
El resto de los miembros de la
Corte permanecen de pie, sin excepción, y situados en altísimas gradas que se
han erigido en ambos pisos de la capilla.
Louis XIV representado en su tapis de pied, pintado en 1695 en la antigua capilla de palacio. Detrás suyo aparece, de rojo, el Grand Dauphin, padre de Felipe V de España. |
La película Marie-Antoinette (2006) de Sofia Coppola representa la boda en el sitio exacto donde se celebró, pero con mucha menos gente y el Rey erróneamente situado al lado del altar. |
Registro de boda. El manchurrón que dejó Marie-Antoinette al firmar fue visto por algunas personas como un mal augurio. |
Hacia las dos en punto todo ha
terminado, el cortejo se vuelve a formar y hace el recorrido a la inversa y una
vez más con las estancias repletas de damas y caballeros venidos de Paris. Solo
una pequeña diferencia en la disposición del cortejo, como la Dauphine ya está casada, ahora ya tiene rango en la Corte de Francia, por eso su posición en el cortejo es inmediatamente después del Rey, pero sola, el Dauphin va inmediatamente antes de monarca. Sería impensable, en la actualidad, que una pareja de novios entraran juntos a la capilla y salieran por separado.
Inmediatamente después de que las
puertas del Salon de la Paix se cierren
bajo el último miembro del cortejo, los ujieres y los guardias de palacio
empiezan a sacar el público de las estancias, no es una tarea fácil, a los más
de 5000 invitados hay que añadir a la gente que ha entrado durante la misa. Tan
pronto como es posible los obreros desmontan las gradas y empiezan a preparar
el Grand Appartement para la soirée de la tarde.
LE JEU DU ROI
Una vez terminada la ceremonia
religiosa, la mayoría de los invitados pueden descansar hasta media tarde, la Dauphine no.
Marie-Antoinette vuelve a su appartement de la planta baja e
inmediatamente empieza el acto de juramento de los nuevos miembros de la Casa
de la Dauphine (entiéndase todas las
personas dedicadas a su servicio, cada miembro de la Familia Real tiene una
casa independiente). En presencia del Conde de Saint-Florentin (Ministro de la
Casa del Rey) y entre las manos de la recién casada juran los altos cargos de
la casa, a saber: la dama de honor (la líder de la Casa de la Dauphine, la archicitada Condesa de Noailles), la dame d’autours (en España la camarista
que asiste el tocador), seis damas de palacio, tres damas supernumerarias, el
caballero de honor, el primer mayordomo, el primer capellán, el superintendente
de finanzas, los intendentes, los tesoreros, los gentilhombres sirvientes, el
secretario, el primer caballerizo y los interventores generales.
Los miembros de rango menor han
prestado juramento con anterioridad a la Condesa de Noailles.
Acto seguido se le presentan a la Dauphine los embajadores de las cortes extrajeras,
entre ellos el Conde de Mercy-Argenteau, embajador de la Corte de Viena, y por
lo tanto conexión directa entre Marie-Antoinette y su madre la emperatriz
Marie-Theresia.
Antes de empezar los juramentes y
presentaciones la Dauphine ha
recibido la corbeille de mariage, una
caja de terciopelo rojo bordado en oro en la que la recién casada recibe sus
regalos de boda, en este caso del Rey. La caja contiene una parure de esmalte azul con una cadena de
diamantes, un estuche, un portamonedas y un soberbio abanico cuajado de
pequeños diamantes. La caja contiene además souvenirs,
relojes de bolsillo y estuches tallados que ella distribuye encantada entre las
personas presentes (hay etiquetas para saber a quién debe dar cada cosa).
Pasadas las cuatro, la Familia Real
almuerza en petit couvert (en
privado), luego todos vuelven a sus respectivos appartements para cambiarse.
A las seis en punto de la tarde
empieza el jeu du Roi, aunque la
Familia Real no aparece hasta pasadas las seis y media. En el Grand Appartment las gradas de la mañana
han desaparecido, para dejar espacio a las 6000 personas que han recibido una invitación.
Pero el principal atractivo de la celebración está en la Galerie des Glaces. Centenares de lámparas, muchas de ellas
alquiladas para la ocasión, cuelgan del techo, las cuerdas han sido
primorosamente escondidas bajo voluminosas guirnaldas de flores. La iluminación
se completa con 24 girandoles y 24 torchères doradas. Aunque en las
primeras horas apenas es necesaria, pues los últimos rayos del Sol que desaparecen
bajo el horizonte del jardín tiñen la Galerie
de una luz anaranjada.
En el centro de la Galerie se dispone la table du Roi, una inmensa mesa circular
con una cobertura de terciopelo verde con flecos dorados en la que el Rey y la
Familia Real juegan al lansquenet. A
su alrededor tres y hasta cuatro hileras de damas de la Corte observan la
partida. Un poco más lejos de la table du
Roi, en pequeñas mesas, los princes
y princesses de sang, las damas y los
caballeros de la Corte juegan a la cavagnole.
Una balaustrada separa la parte central de la Galerie destinada a la Corte de las partes laterales destinadas al público
y a las “damas de Paris”. Finalmente como ha ocurrido por la mañana, se han
relajado las normas de admisión y puede entrar cualquiera que vaya decentemente
vestido. El público entra por el Grand
Appartement, discurre en fila india por los laterales de la Galerie y sale por el Appartement de la Reine. Al parecer todo
el mundo es respetuoso y el constante movimiento de la hilera no se interrumpe.
Los invitados más privilegiados pueden permanecer sentados en unas gradas
dispuestas en el espacio de las ventanas de la Galerie.
Representación del Jeu du Roi en la segunda boda del anterior Dauphin en 1747 por Charles-Nicolas Cochin le Jeune. © RMN-Grand Palais (Château de Versailles). |
La table du Roi y las damas de la Corte a su alrededor. |
El jeu du Roi, se desarrolla sin ningún incidente, a excepción de una
terrible tempestad que obliga a suspender los fuegos de artificio que se tenían
que lanzar en los jardines. Al pueblo se le había permitido de forma
excepcional acceder a los jardines de Versailles, pero después de horas esperando,
la tormenta les obliga a cobijarse en los vestíbulos de palacio, donde se
mezclan de forma desordenada con los elegantes burgueses venidos de Paris para
ver el jeu du Roi.
EL FESTÍN Y LA BENDICIÓN NUPCIAL
A las diez el Rey se levanta de su
mesa, el jeu du Roi ha terminado. El
banquete nupcial empieza en la otra punta del palacio en la nueva Salle de l’Opéra.
Desde tiempos de Louis XIV, se había
proyectado construir una sala de ópera y teatro en el palacio. Durante décadas
la decisión se fue aplazando por falta de fondos, y a finales del reinado del
Rey Sol, éste decidió construir una nueva capilla y dejar la construcción de la
sala de espectáculos para sus sucesores. Durante más de cincuenta años, el
extremo norte del ala norte de Versailles estuvo ocupado por un inmenso solar vacío.
Las imponentes fachadas terminaban bruscamente a la espera de la nueva ópera.
Pero nada se construyó. A Louis XV
parecía no interesarle y durante gran parte de su reinado pequeñas salas de
teatro desmontables se habían erigido temporalmente en distintas partes del
palacio. No sería justo, sin embargo, no decir que el creciente endeudamiento
de la monarquía fue una causa importante en los constantes retrasos. En 1748,
el arquitecto de cabecera del Rey, Ange-Jacques Gabriel, decidió empezar la construcción
de la nueva ópera. Las obras de cimentación se realizaron con mucha lentitud y
todo fue parado en 1756 a causa de la Guerra de los Siete Años. Se reemprendió
en 1763 para suspenderse otra vez dos años después. En 1768, en vista de la
boda del Dauphin, Louis XV decidió
finalmente dar el sprint final. Hasta
el día anterior a la boda se estuvieron haciendo los últimos retoques a la construcción.
Pero el resultado fue digno de Versailles.
El arquitecto Gabriel concibió una Salle de l'Opéra que puede considerarse (como toda su carrera) un puente entre la
arquitectura tardo-barroca y el emergente neoclasicismo. La sala, realizada
enteramente en madera que imita el mármol, presenta una forma ovalada y fue rápidamente
reconocida por la crítica como la segunda sala más grande y con mejor acústica
de Europa (después del San Carlo de
Nápoles). La decoración, a base de jarrones “à l’ancienne”, medallones y guirnaldas anuncia ya las formas del style Louis XVI. Pero el elemento más
potente es sin dura la diáfana columnata semicircular que substituye a los
palcos en la parte superior, un claro guiño al famoso Teatro Olimpico de Palladio.
Así pues, con el festín de bodas,
se inaugura la que se considera última gran construcción en el Versailles de
los Borbones.
En medio de la sala, en la platea,
se dispone una inmensa mesa rectangular (de 8.50 x 4.20) de 22 cubiertos para la
Familia Real y los princes y princesses de sang. En Rey se sienta en
un extremo, frente al escenario, a su derecha el Dauphin y a su izquierda la
Dauphine, a continuación, en los lados largos el resto de asistentes. Siguiendo
el protocolo, el Rey se sienta en un sillón, el resto de los comensales en un
taburete. El centro de la mesa lo ocupa un inmenso surtout de porcelana de Sèvres que imita una columnata dórica y que
se completa por una escultura ecuestre del Rey, dos fuentes, y varios putti y alegorías de la abundancia.
Una balaustrada de mármol separa la
mesa y los gentilhommes servants
(vamos, los camareros), de los miembros de la Corte que ocupan la platea (de
pie, claro). El resto de miembros de la Corte se distribuyen en los varios
pisos de palcos de tiene la sala.
Representación del Festin Real de 1770, se puede apreciar perfectamente la mesa real, el surtout y la Corte repartida en los palcos. |
Surtout para la boda de Louis-Auguste y Marie-Antoinette. Solo se conserva la columnata central, aunque reformada a finales del siglo XIX. © RMN-GP (Château de Versailles) - Gérard Blot. |
En el escenario, un decorado que
imita el estilo de la sala permite que haya más palcos para la Corte y, en
medio, los 180 miembros de la banda de música de los Gardes Françaises vestidos “à
la turque” tocan ininterrumpidamente durante las dos horas y media que dura
el festín.
El menú del festín no se ha
conservado, pero se sabe que se sirvió “à
la française” (es decir con todos los platos en la mesa, y los comensales sirviéndose
aquello que quieren comer) y que contó con varios servicios, el primero se hizo
en la vajilla de oro, los otros en la vajilla de vermeil.
La Duquesa de Northumberland,
presente en el festín, dice en sus memorias que el Dauphin “comió muy poco, se
le veía pensativo y miraba fijamente su plato mientras movía el cuchillo con
los dedos”. Otra versión, quizás más apócrifa, dice que el Rey le dijo al Dauphin “Mejor que no comáis demasiado
para esta noche” y éste respondió “¿Por qué? Siempre duermo mejor cuando he
cenado bien.”. El Rey evitó entonces explicarle a su nieto en qué consistía la
noche de bodas, estaban sentados a más de metro y medio de distancia.
Pasada medianoche, se da por
terminado el festín real y los recién casados se dirigen a sus respectivos appartements a la espera de la bendición
del lecho nupcial.
Cada uno se desviste en sus
respectivos aposentos, pero siguiendo el ritual del “coucher” (la ceremonia nocturna en la que los monarcas y grandes
señores son desvestidos en público).
En el caso del Dauphin, el Rey, en presencia de las grandes entrées (las personas con derecho a asistir al coucher), le hace entrega de la camisa
de dormir. Ceremonia análoga ocurre en el appartement
de Marie-Antoinette, en su caso la camisa de dormir se la entrega la Duquesa de
Chartres (princesse de sang y mujer
casada de más rango en la Corte).
A continuación llegan el Rey, el Dauphin y quienes han asistido a su coucher. Según la tradición, a pesar de
que en esa época los esposos de la realeza y aristocracia duermen en estancias
separadas, la cámara nupcial o conyugal siempre es la de la esposa.
Se descorren las cortinas de la
cama, el Rey da unos consejos de última hora al Dauphin. Luego los esposos entran en la cama y ante la presencia del
Rey, la Familia Real, los princes y princesses de sang y las grandes entrées (podemos imaginar
tranquilamente unas 40 personas), el arzobispo de Reims (el mismo que los ha
casado por la mañana) bendice la cama. A continuación todo el mundo hace una reverencia
a los esposos y abandona paulatinamente la estancia, finalmente se corren las cortinas de la cama.
Pero esa noche no ocurrirá nada, ni
esa ni ninguna de las noches de los próximos siete años.
El Dauphin escribe en su diario “Mi
boda, soirée en la galerie, festín real en la sala de la ópera”.
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