El pasado jueves, el mundo de la moda se estremeció con el arresto del diseñador John Galliano. Pero el golpe mortal vino el martes 1, cuando la firma Dior anunció el despido del artista, el detonante: un video en que un Galliano ebrio afirmaba que amaba a Hitler entre otras abominaciones.
A partir de este punto ha habido dos reacciones: los que poco conocen Galliano o su obra han condenado sus declaraciones y lo han sentenciado al ostracismo; los que han seguido su trayectoria han preferido expresar su pena o misericordia ante uno de los suyos caído en desgracia, aquellos que más le conocían han confesado que el diseñador llevaba años con depresión y que su adicción a la bebida no le había ayudado en absoluto. Estos sucesos nos han hecho ver claramente lo que fueron sus desfiles, un show, un teatro que durante décadas y temporadas nos fascinó a muchos pero que condenó al olvido las tragedias personales del creador.
La Semana de la Moda de Paris (que se celebra del martes 1 al miércoles 9) se ha visto sobrecogida por una sensación de vacío, con el despido de Galliano, probablemente la misma sensación que invadió Londres tras la muerte de Alexander McQueen.
John Galliano, como a su vez hizo Christian Dior, supo devolver la belleza y la seducción a un mundo cada vez más funcional e industrializado, supo crear un paraíso terrenal, una gloriosa decadencia que nos alejara de la nivelación democrática. Sus obras fueron un canto al Arte por el Arte, atrás quedaba lo práctico, sus creaciones eran simplemente bellas y seductoras. Ante el público se erigía un teatro, una creación efímera que durante unos minutos nos hacia olvidar las miserias de la realidad, los ideales burgueses y el capitalismo materialista eran substituidos por artificio y teatro, por exquisitez e irrealidad. Y este escenario lo poblaba de heroínas y femmes fatales, diosas inaccesibles y arrolladoras, acorazadas con sus atuendos y que irradiaban magnetismo.
Al mismo tiempo, la obra de Galliano se llenaba de constantes referencias al pasado, era su forma de crear la modernidad, como dijo Baudelaire cogiendo un valor eterno y otro de transitorio, su meta era re-actualizar, imitar sin copiar, adaptar el pasado al presente para crear un futuro imperecedero. Y Galliano ha ido lejos para conseguirlo, sus colecciones son un viaje por medio mundo y por todas las épocas: la Belle Époque, la Revolución Francesa, el Egipto de los faraones, la Edad Media, el Japón de las geishas y los samuráis, Versailles, el New Look de Dior, el hip-hop…..
Atrás quedan innumerables de colecciones que fueron una obra de Arte, un canto a la belleza y al exceso, un teatro de maravillas. No en vano nos invade una sensación de que la fealdad, la funcionalidad y la uniformidad se avecinan, porque las obras de John Galliano eran capaces de emocionarnos, de fascinarnos, de enseñarnos, de saturarnos, pero sobretodo, de hacernos olvidar.
Dior Haute Couture Printemps-Été 2010
Dior Haute Couture Automme-Hivern 2009-2010
Dior Haute Couture Automme-Hivern 2007-2008
Dior Haute Couture Printemps-Été 2007
Dior Haute Couture Automme-Hivern 2006-2007
Dior Haute Couture Automme-Hivern 2004-2005
Dior Prêt à porter Automme-Hivern 2010-2011
Galliano Printemps-Été 2011
Galliano Printemps-Été 2009
Galliano Homme Printemps-Été 2009
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