Leo Von Klenze fue uno de los grandes arquitectos del neoclásico en el siglo XIX. Su obra buscó siempre una inspiración casi mimética en el pasado griego y romano. Pero sus creaciones no son sólo copias, ya que dotó a todas sus criaturas de un abanico de elementos que las hizo originales y monumentales. Su éxito contagió a muchas cortes alemanas deseosas de dignificar sus ciudades durante el boom urbanístico del siglo XIX. No obstante, sus principales creaciones fueron en Múnich, capital del Reino de Baviera, donde trabajó bajo la égida del monarca liberal Ludwig I de Wittelsbach (1825-1848). Él le encargo dignificar la pequeña ciudad de provincias y Von Klenze lo hizo lo mejor que pudo (y que supo). El resultado vale la pena verse.
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Munich, Propylon (1854-1862) |
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Munich, Glyptothek (1816-1830) |
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Munich, Residenz Festsaalbau (1835-1842) |
Su estilo riguroso y grandilocuente le valió ser llamado a Atenas cuando se proclamó el Reino de Grecia (1821), su cometido: reconstruir la nueva capital. La tragedia de Klenze fue ilusionarse demasiado con espectaculares construcciones para una Grecia que era su fuente de inspiración y su gran meta. Su error: sobrestimar las capacidades financieras del joven reino, pronto se escogieron proyectos más factibles y prácticos de otros arquitectos.
Klenze volvió a Alemania y continuó recibiendo encargos para grandes edificios conmemorativos.
Quizás su proyecto más “exótico” fue para el Nuevo Hermitage en San Petersburgo (1839-1852). El edifico debía alojar cómodamente las colecciones del zar Nikolaj I (1826-1855). El resultado fue un museo bien pensado y calculado que supo aunar la monumentalidad clásica con la opulencia zarista.
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Sant Petersburgo, Nuevo Hermitage (1842-1851) |
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Nuevo Hermitage, detalle del Pórtico de los Atlantes |
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Escalinata principal |
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Galería de Pintura Antigua |
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Sala de la Escuela Italiana |
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Sala de Medallas y Monedas |
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Sala de Escultura Moderna |
Pero Klenze fue también un gran dibujante, no solo nos dejó sus grandes proyectos sobre papel sino espectaculares imágenes de cómo debió ser el pasado en que se inspiró.
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Akropolis (1846) de Leo von Klenze, Neue Pinakothek, Munich. |
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