domingo, 25 de abril de 2010

Ludwig + Louis

Ludwig Otto Frederik Wilhelm (1845-1886), nació en el Palacio de Nymphenburg el 25 de agosto de 1845. Su padre era el rey de Baviera Maximilian II (1811-1864). Ludwig sería a su vez rey entre 1864 y 1886, bajo el nombre de Ludwig II.

El Rey, apodado cariñosamente “Kini” entre sus súbditos, se caracterizó por una conducta extravagante que lo convertiría en leyenda. Amante del arte y en especial de las óperas de Wagner, Ludwig II puede considerarse como el último gran hombre romántico.

Llamado a ser rey en una época donde la monarquía perdía poco a poco sus poderes y su esplendor y, donde además, el mundo cambiaba irremediablemente debido a la industrialización, Ludwig se convirtió en un nostálgico, solitario y esteta.

Inspirado por las apasionadas óperas de Wagner, que narraban leyendas y cuentos de la mitología germana, Ludwig se alejó del pueblo, de la política y del mundo. Como lugar de reclusión, mandó construir tres suntuosas y mágicas residencias que, como él, pasarían a la leyenda. Sus reinos de cuento de hadas fueron su paraíso particular durante décadas.

Así pues, alejado de la capital, Múnich, y de sus deberes de rey, delegó en ministros y acabó aceptando la Unificación Germana en 1871, que en cierto modo suponía el final de la independencia de Baviera.

En su vida hubo dos grandes inspiraciones. La primera, a través de Wagner, fue la mitología germana, con sus historias, sus cuentos y su evocación de un glorioso pasado medieval. La segunda fueron los Borbones franceses. La visita que el Rey hizo a Versailles en 1867, le dejó anonadado. Este hecho acrecentó en Ludwig la nostalgia hacia un pasado donde las monarquías habían sido poderosas, espléndidas y sofisticadas.

Estos dos universos añorados por Ludwig II, entraban en conflicto con una época de rápida industrialización, una época donde el entusiasta romanticismo había desaparecido, pero sobretodo, una época donde las monarquías perdían su brillo, sus poderes y poco a poco se “aburguesaban”.

Uno de los retratos más espectaculares de tan excéntrico personaje fue fruto de su admiración por Louis XIV (1643-1715).


Gabriel Schachinger - König Ludwig II, 1887. Neues Schloss Herrenchiemsee, König Ludwig II Museum.


Hyacinthe Rigaud - Louis XIV en grand costume royal, 1701. Musée du Louvre.

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