En una época en la que los fieles difícilmente podían entrar en las catedrales, las grandes portadas servían no solo como espacio didáctico sino también escenográfico y propagandístico. Así pues, las grandes portadas, como en su momento los templos de la Antigüedad, estuvieron profusamente coloreas. La historia ha borrado los colores, pero cada verano, la catedral de Amiens recupera el aspecto de antaño en un espectáculo llamado « Amiens, la cathédrale en couleurs ».
© Laurent Rousselin |
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