Sala de la Suprema Armonia (Tài Hé Diàn), Ciudad Prohibida de Pekín.
El 10 de octubre de 1911, es decir hace 100 años, empezaba en la China Imperial la llamada Revolución de Xinhai. Las causas fueron varias, pero la base del descontento social y político era el atraso de las anquilosadas estructuras imperiales frente al potencial de Occidente, pues, durante el último medio siglo, la otrora todopoderosa China había sido repetidamente humillada por Reino Unido, Francia, Rusia, Alemania, Japón...
La errática y reaccionaria política de la Emperatriz Regente Cixi (1861-1908) no supo evitar el colapso de uno de los grandes imperios de la historia. Su sucesor, el Emperador Pu Yi, de tan solo 5 años, tuvo que abdicar el 12 de febrero de 1912. En menos de un año China se había transformado en una república, a costa de una larga guerra civil que no terminaría hasta 1949. China terminaba con la dinastía Qing, que había durado más de 200 años, y con un legado imperial de casi siete siglos para convertirse en la primera república moderna de Asia.
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