miércoles, 28 de mayo de 2014

Chez-moi: la escalinata del Conde Sheremetev.

Louis Jean Desprez (1743-1804) fue uno de los muchos dotados arquitectos que poblaron la Francia pre-revolucionaria o pre-napoleónica. A pesar de carecer de la creatividad revolucionaria de Ledoux o Boullé, Desprez, junto con Victor Louis, Pierre Adrien Paris, Charles de Wailly, François-Joseph Bélanger, Jean-François-Thérèse Chalgrin o Alexandre-Théodore Brongniart, contribuyó a definir la imagen de la arquitectura francesa durante el Primer Neoclasicismo: exuberancia, delicadeza y serenidad fueron “marca de la casa” antes de la llegada de la pompa y la monumentalidad napoleónicas.

Como muchos de sus colegas, Desprez viajó por toda Europa realizando encargos para numerosos monarcas, aristócratas o burgueses adinerados. Especial importancia para estos arquitectos tuvieron los países del Norte de Europa, que aventajaron a sus vecinos del sur (Centroeuropa) en la renovación arquitectónica de la segunda mitad del siglo XVIII. El Reino de Suecia, el Reino de Polonia o el Imperio Ruso están aún hoy repletos de magníficas muestras de este Primer Neoclasicismo.
Boceto de Louis Jean Desprez para el decorado de "El Funeral de Agamenón" (1787)
© LACMA.

Aunque Desprez fue conocido por su prolífica colaboración con el rey Gustav III de Suecia y con la Kungliga Operan (Opera Real) de Estocolmo, hacia 1790 fue contratado por el Conde Sheremetev. A finales del siglo XVIII, los Sheremetev o Cheremetief eran una de las familias nobiliarias más ricas e influentes de Rusia, con una fortuna comparable a los Yusupov o los Vorontosov. Se decía que los Sheremetev tenían más de doscientos mil siervos y que muchos de ellos trabajan en los cuatro teatros que tenían repartidos entre sus varias propiedades. En Osthankino, en las afueras de Moscú, habían mandado construir un inmenso palacio de madera un cuyo centro se erigía una gigantesca sala de teatro; en Kuskovo (también en las afueras de Moscú), se habían construido otro palacio de madera cuya fachada había sido diseñada por el afamado arquitecto Charles de Wailly y su interior había sido llenado de exquisitos muebles franceses que nada tenían que envidiar a los de la reina Marie-Antoinette. No obstante, los Sheremetev también fueron conocidos por haber construido el "Hospicio" de Moscú (1792-1810) hospital financiado con la fortuna de la familia y destinado a ofrecer atención médica a los pobres y desamparados.

Pero a principios de los años 90, Nikolai Petrovich, III Conde Sheremetev, decidió renovar el palacio familiar que poseía en Kitai-Gorod, un barrio situado a las puertas del Kremlin moscovita. La renovación era altamente simbólica pues se trataba de la primera residencia adquirida por la familia después de haber logrado el título de conde en 1706. El nuevo palacio habría implicado la demolición de medio barrio y finalmente no fue levada a cabo, aunque eso no nos impide gozar del magnífico diseño que Desprez hizo para la escalinata principal.
Proyecto para la escalinata del palacio del Conde Sheremetev (1790s).
© Hermitage Museum.

El proyecto de Desprez recuperaba después de décadas de olvido el esquema de escalera “à l’italienne con un solo tramo encajado entre dos muros (breve digresión a la mitad de este post), aunque el arquitecto le daba un aire netamente neoclásico alejado de las estrecheces renacentistas. Cuatro estatuas ecuestres emergían de entre los peldaños recordando (del mismo modo que el almohadillado de los muros) a los podium de los templos romanos. En la parte superior se alternaban bajorrelieves con hornacinas y todo ello se hallaba cubierto de bóvedas de cañón con casetones y de una ligera cúpula que recuerda a las de Sir John Soane para el Bank of England (1788-1833). Al final de la escalinata un pórtico “serliano” parece que daba acceso a una rotonda “a la Panteón”. Como en el periodo barroco, recorrer la escalinata implicaba pasar de la penumbra a la luz, pero en el proyecto de Desprez, este recorrido adquiría un carácter grandioso y místico revestido del sentido épico de la Antigüedad Clásica.

Sería injusto no citar la casi segura influencia en la obra de Desprez de una de las primeras escalinatas que había recuperado el eje único frente a los ejes múltiples del Barroco; se trataba del vestíbulo y de la escalinata de Holkham Hall (1734-1764), construida por William Kent en Norfolk, Reino Unido. En ella, Kent dotaba a la estancia de una planta basilical rodeada de una alta columnata se la cual emergía limpiamente una escalera recta y directa que conducía al piso principal, el recorrido del visitante se convertía en una ruta ascensional dotada de un sentido cuasi religioso. Se puede considerar que fue entonces cuando el Neopalladianismo se convirtió en Neoclasicismo.
Escalinata de Holkham Hall.
© Treasure Houses of England

Escalinata del Schloss Weissenstein en Pommersfelden, ejemplo de la complejidad formal y compositiva del Barroco.

Volviendo a Desprez, es obvio que su diseño tuvo una influencia muy limitada, pero representa muy bien la progresiva recuperación que hicieron los arquitectos neoclásicos de este tipo de escalinata. La primera en construirse de verdad se suele considerar la del Palais de Luxembourg en Paris (1803-1807) obra de Jean-François-Thérèse Chalgrin, aunque también merecerían ser destacadas la del desaparecido Palais des Tuileries (1833) de Pierre-François-Léonard Fontaine, la del Novo-Ermitazh/Nuevo Hermitage en San Petersburgo (1841-1852) de Leo von Klenze e incluso obras más modernas como el Chichu Art Museum en Naoshima (2004) de Tadao Ando.
Escalinata del Palais de Luxembourg, ahora sede del Sénat.

Escalinata del Palais des Tuileries pintada hacia 1839 por Viollet-le-Duc.

Fotografía de la misma escalinata después de que La Comune ordenara incendiar el palacio en 1871. El edificio fue demolido años más tarde.

Escalinata del Novo-Ermitazh pintada por Konstantin Ukhtomsky en 1853.

Rellano superior de la misma escalinata pintado por Edward Hau en 1860.

Ascética escalinata del Chichu Art Museum.

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