El 29 de mayo de 1418, los soldados del Duque de Borgoña, aliado de los ingleses, entraban en Paris. El delfín Charles y su corte huyan al sur, a Bourges. Atrás quedaban el rey Charles VI, incapacitado mental, y su esposa Isabeau de Baviera.
Paris a principios del siglo XV. |
Mientras el heredero legítimo
permanecía exiliado en Bourges y luego en Chinon, el desquiciado Charles VI
firmaba, en 1420, el Tratado de Troyes, mediante el cual los ingleses no solo
adquirían la mitad norte del Reino de Francia sido que además, el rey inglés
Henry V era nombrado heredero del trono francés.
El resto de la historia
es bien sabido, de Domrémy llegó una doncella que vencería a los ingleses y
lograría que el delfín Charles fuera coronado como Charles VII de Francia en
1429, era Jeanne d’Arc o Juana de Arco.
Pero a pesar de que con
el reinado de Charles VII Francia se olvidó definitivamente de la amenaza
inglesa y de la Guerra de los Cien Años, la corte real no volvió a Paris, prefiriendo
residir en los castillos del valle del Loire como Loches, Amboise o Blois.
Imagen idealizada del Louvre del siglo XV. |
Casi un siglo después, en
enero de 1515, el rey Louis XII murió sin descendencia legítima dejando el
trono a su sobrino segundo François d’Angouleme, que se convirtió en François
I. El nuevo monarca encarnó el ideal de príncipe renacentista amante de la cultura
y del arte y bajo su reinado Francia alcanzó altos niveles de esplendor, fue
además un roi bâtisseur, como antes
lo había sido Charles V y dejó tras de sí numerosos monumentos que aún hoy continúan
siendo emblemáticos de la cultura francesa. En el plano político, su reinado
significó el progresivo establecimiento de la monarquía moderna y centralista
en detrimento de la monarquía feudal, asimismo Paris empezó a establecerse como
capital indiscutible del reino de Francia, proceso de concentración que inició
François I y culminado bajo Louis XIII.
François I (1530) por Jean Clouet. |
Los lugares
que habitó el monarca a lo largo de su vida pueden leerse como un ejemplo de
esta progresiva centralización. Pasó su juventud en el castillo de Amboise, y
los primeros años de su reinado en el de Blois, dónde construyó la fastuosa Aile François I, asimismo empezó la construcción
del ciclópeo Château de Chambord, que
nunca vería terminado. Pero la muerte de su primera esposa, Claude de France,
en 1524, y su cautiverio en Madrid después de la Batalla de Pavía (1525)
marcaron el inicio del abandono del Valle de la Loire como residencia real.
En marzo de 1526, a su
retorno del cautiverio de Madrid, el monarca convocó los États
Généraux que le pidieron que residiera con más frecuencia en Paris. El Rey aceptó,
pero a cambio de disponer de amplias propiedades y cotos de caza en los alrededores.
En 1528, mandó construir el Château de
Madrid y en 1539 reformar el Château
de Saint-Germain-en-Laye, ambos cercanos a Paris. Pero el gran proyecto de su
vida fue la construcción del castillo de Fontainebleau, situado al sur de Paris
y empezado en 1528.
Mientras tanto el Louvre,
prácticamente abandonado y solo habitado ocasionalmente, empezó a recibir la
atención de François I, aunque las reformas fueron parciales y se ejecutaron
con lentitud y poco interés. En 1527, el Rey mandó derribar la emblemática Grosse tour para dar más luz al patio
interior. El antiguo emblema del poder regio desapareció cuando ya no se percibió como tal, los nuevos emblemas eran ahora dictados desde Italia en forma de recuperación del arte de la Antigüedad. A parte de esto y de un reamueblamiento, poco más se hizo. Pero en enero
1540, Carlos V, visitó Paris y François I, no sin cierta vergüenza, lo alojó en
el Louvre, aunque el antiguo castillo gótico no podía compararse ni con el Real
Alcázar de Madrid ni con los otros palacios del Rey de Francia. Fue entonces
cuando François I decidió que el Louvre debía ser completamente reconstruido
como un palacio renacentista.
Finalmente en 1546, el
arquitecto Pierre Lescot fue seleccionado para llevar a cabo las obras, el
proyecto preveía la demolición del viejo castillo y la substitución por un
nuevo edificio que tendría exactamente la misma planta (cuadrada y con un patio
en el centro), asimismo las torres laterales serían substituidas por pabellones
cuadrados y unas nuevas fachadas a base de ordenes superpuestos, se ornarían de
forma exuberante con todo el repertorio habitual de motivos clásicos. El
proyecto planteaba, asimismo, trasladar las estancias reales del ala norte
(cara a la ciudad) al ala sur (cara al río), establecer la entrada principal en
al ala este y justo enfrente, en el ala oeste, construir dos grandes salones de
recepción y la escalera principal del palacio.
Primer proyecto (no realizado) de Pierre Lescot para el Louvre. |
Diseño de Lescot para la fachada oeste del patio interior, es la obra más emblemática del Renacimiento en Francia. |
Fachada de Pierre Lescot en la actualidad. |
Muerto François I en marzo
de 1547, fue su hijo Henri II (1547-1559) el responsable de llevar cabo el
proyecto. Bajo su reinado de construyó el ala oeste, con su célebre fachada de
Pierre Lescot, con la moderna Escalier
Henri II (una de las primeras en Francia que era de rampa recta y no de
caracol) y sobre todo con la Salle des
Caryatides.
Planta de las nuevas construcciones renacentistas: A- Escalier Henri II; B- Salle des Caryatides. La Petite Galerie fue una construcción de una sola planta añadida en 1566 al proyecto original |
Gravado de la Escalier Henri II. |
Hasta la fecha, la
llamada Salle des Caryatides, situada
en la planta baja del ala oeste, es el emblema del Louvre renacentista. Usada
como salón de fiestas, recepciones, bailes y grandes audiencias, su nombre
deriva de las cuatro inmensas cariátides que sostienen la tribuna de los
músicos justo encima de la puerta de entrada y que esculpió Jean Goujon en
1550. Fueron una de las primeras reproducciones de unas cariátides que se hacían
desde la Antigüedad. Justo enfrente de las cariátides, al otro extremo de la
sala, una tribuna rodeada de columnas y con una gran chimenea con relieves “a
la antigua” ejemplificaba, también, las pretensiones del Rey de Francia, de
convertirse en el heredero del poder militar y esplendor cultural del Imperio
Romano. Bajo Henri II también se terminó el Pavillon
du Roi (así llamado porque alojaría las estancias del Rey) que unía el ala
oeste con el ala sur. Fueron los hijos de Henri II, Charles IX (1560-1574) y
Henri III (1574-1589) los responsables de terminar el ala sur.
Vista de la Salle des Caryatides hacia la puerta de entrada con la tribuna de los músicos. |
Las famosas cariátides que dan nombre a la sala. |
Chimenea (muy retocada en el siglo XIX) en la tribuna del otro extremo de la sala. © RMN-Grand Palais (musée du Louvre) - Caroline Rose. |
El Louvre hacia 1580, el viejo castillo se fue demoliendo poco a poco para así poder aprovechar sus estancias. © RMN-Grand Palais (musée du Louvre) - Caroline Rose. |
Paralelamente la reina
Catherine de Médicis (viuda de Henri II) decidió, en 1564, la construcción de
una maison de plaisance fuera de las
murallas de Paris. Ello le permitiría disfrutar del aire limpio, del espacio y
de la luz que no tenía en el Louvre; sin, por ello, perder ni un ápice de su
influencia en los asuntos de gobierno durante los reinados de sus hijos Charles
IX y Henri III. El arquitecto de Philibert Delorme, que ya había trabajado para
la célebre Diane de Poitiers, amante de Henri II, fue el responsable de idear
un proyecto enorme, profusamente decorado y esculpido, como era habitual en la
arquitectura renacentista francesa. Pero si el palacio era “a la francesa”, el jardín
debía ser “a la italiana”, para recordarle a la Reina Madre su infancia en
Florencia. El palacio y el jardín recibieron el nombre de Tuileries, a causa de
las fábricas de tejas (tuiles en francés)
que antes se alzaban en su lugar.
Proyecto original de Philibert Delorme para las Tuileries. |
Proyecto original de Delorme para el Palais des Tuileries; conformado, como el Louvre, a través de pabellones unidos por alas. |
Mapa de las Tuileries y del Louvre hacia 1580. |
Imagen idealizada de las Tuileries inacabadas (izquierda) y de las murallas de Paris (derecha) según Theodor Hoffbauer. |
Pero ni la construcción
del Louvre ni la de las Tuileries, avanzó con excesiva rapidez, es más, sufrió largos parones, principalmente
a causa del grave conflicto religioso de asoló Francia durante el reinado de
los llamados “últimos Valois”. El conflicto entre católicos y protestantes
(llamados hugonotes en Francia) fragmentó el reino hasta llevarlo a la guerra
civil. En medio de todo el conflicto la Familia Real (con Catherine de Médicis
como mente pensante) jugaría el papel, no siempre acertado, de árbitro,
buscando sobrevivir en medio del conflicto y del poder acumulado por los líderes
de ambos bandos: el Duque de Guise en el lado católico y el Príncipe de Condé y
el Duque de Bourbon (y Rey de Navarra) en el hugonote.
No obstante, que el país
se deslizara hacia la guerra civil no impidió que la corte de los Valois fuera
fabulosa y que sus fiestas y exquisitez fueran conocidas en toda Europa: fuegos
artificiales, cabalgatas, carrousels,
conciertos, bailes tres veces por semana, grandes bailes los
días de fiesta que congregan a miles de personas…Famosa fue la fiesta celebrada
en el castillo de Chennonceaux en mayo de 1577, con fuentes de las que emanaba
vino y en la que las damas de la Corte asistieron medio desnudas y con los
cabellos sueltos y el Rey y sus favoritos se vistieron de mujeres. Pero en
medio de los suntuosos fastos pululaban espías, sicarios, envenenadores e
intrigantes sin escrúpulos que recordaban que los excesos de la Corte no
servían para borrar las penas del reino.
El Louvre, además de testigo de los fastos del poder, fue también espectador de una de las jornadas más brutales de la Francia del siglo XVI. Para consolidar la paz que había puesto fin a la Tercera Guerra de Religión (1568-1569), la reina madre Catherine de Médicis convenció a su hijo Charles IX para aceptar la boda entre su hija Marguerite de Valois y Henri de Bourbon, Rey de Navarra y líder de los hugonotes. En agosto de 1572, miles de hugonotes acudieron a Paris, una ciudad tradicionalmente muy católica, para asistir al evento. El día 18 se celebró la boda en Notre-Dame ante la fuerte oposición tanto de católicos como de protestantes, que veían en enlace como una humillación. Cuenta además la leyenda que la boda se tuvo que celebrar en frente de la catedral, bajo un sol de justicia, porque el novio se negó a entrar en un templo católico. Pero cuatro días después del casamiento, el intento de asesinato del almirante Gaspard de Coligny (otro remarcable líder hugonote) caldeó aún más los ánimos. Paris estaba al borde de la insurrección ante los archi-detestados hugonotes que pululaban a miles por la ciudad y a los que se acusaba de una paz deshonrosa; del mismo modo los hugonotes estaban más que dispuestos a tomar las armas ante el miedo a ser asesinados como se habían intentado con Coligny y un poderoso ejército había acampado cerca de la ciudad. Por otro lado el Duque de Guise, líder de la Liga Católica, había amenazado con abandonar Paris dejando a la Familia Real a su suerte y aún permanecía muy vivo el intento de secuestro orquestado en 1567 en Meaux por el Príncipe de Condé.
El Louvre, además de testigo de los fastos del poder, fue también espectador de una de las jornadas más brutales de la Francia del siglo XVI. Para consolidar la paz que había puesto fin a la Tercera Guerra de Religión (1568-1569), la reina madre Catherine de Médicis convenció a su hijo Charles IX para aceptar la boda entre su hija Marguerite de Valois y Henri de Bourbon, Rey de Navarra y líder de los hugonotes. En agosto de 1572, miles de hugonotes acudieron a Paris, una ciudad tradicionalmente muy católica, para asistir al evento. El día 18 se celebró la boda en Notre-Dame ante la fuerte oposición tanto de católicos como de protestantes, que veían en enlace como una humillación. Cuenta además la leyenda que la boda se tuvo que celebrar en frente de la catedral, bajo un sol de justicia, porque el novio se negó a entrar en un templo católico. Pero cuatro días después del casamiento, el intento de asesinato del almirante Gaspard de Coligny (otro remarcable líder hugonote) caldeó aún más los ánimos. Paris estaba al borde de la insurrección ante los archi-detestados hugonotes que pululaban a miles por la ciudad y a los que se acusaba de una paz deshonrosa; del mismo modo los hugonotes estaban más que dispuestos a tomar las armas ante el miedo a ser asesinados como se habían intentado con Coligny y un poderoso ejército había acampado cerca de la ciudad. Por otro lado el Duque de Guise, líder de la Liga Católica, había amenazado con abandonar Paris dejando a la Familia Real a su suerte y aún permanecía muy vivo el intento de secuestro orquestado en 1567 en Meaux por el Príncipe de Condé.
Al anochecer del dia 23
de agosto, después de haber visitado al convaleciente Coligny, el Rey y
Catherine de Medici se reunieron con su consejo privado. Muchos ríos de tinta
han corrido sobre lo que se dijo en esa reunión, pero, más allá de los debates,
los que se decidió fue proceder a aplicar una “justicia extraordinaria”, se
decretó que todos los líderes hugonotes que se encontraban en Paris debían ser
arrestados y ejecutados, a excepción del Rey de Navarra, ahora cuñado del Rey,
y del Príncipe de Condé. El mando de la “operación” lo recibió el mismísimo
Duque de Guise. Casi a la medianoche, la mayoría de los líderes hugonotes, que
residían en el Louvre, fueron detenidos, ejecutados y sus cadáveres desnudos
expuestos bajo las ventanas de los aposentos reales, para luego ser lanzados al
río.
Mientras tanto, las
puertas de Paris habían sido cerradas para impedir que ningún “condenado”
huyera. Ante el ruido de tales operaciones, el pueblo de Paris, creyendo que se
trataba de una insurrección hugonote, tomó las armas para defender la ciudad, por
miedo o por venganza los parisinos iniciaron una violenta masacre de todo
hugonote que habitaba en la ciudad, independiente mente de su edad, rango o
sexo. Desde el Louvre, Charles IX y su corte contemplaron, impotentes, como
Paris se teñía de rojo, como el odio visceral acumulado durante décadas de transformaba
en una de las peores masacres de la historia de Francia, la llamada Massacre de la Saint-Barthélemy. Cuenta la “Leyenda Negra” que el mismo Rey disparó a hugonotes desde el balcón de sus
estancias, cosa bastante difícil teniendo en cuenta que las estancias reales
daban al río y que el muro que cerraba el jardín impedía ver la calle.
Las masacres duraron días
y se extendieron por varias ciudades de Francia, la cifra final de muertos se elevó
a 3000 en Paris y más de 10000 en toda Francia.
La mañana siguiente,
cuando el Rey, la Reina Madre y algunos cortesanos salieron del Louvre se encontraron
con las calles de Paris repletas de cadáveres amontonados medio desnudos. La
Masacre de San Bartolomé contribuyó a desatar la Cuarta Guerra de Religión
(1572-1573), pero sobretodo a construir la “Leyenda Negra” entorno a los “últimos
Valois” que sería ampliamente explotada por los cronistas del momento y por los
novelistas del siglo XIX.
La reina madre Catherine de Médicis inspeccionando los cadáveres; según el pintor Édouard Debat-Ponsat (1880). |
Representación de la masacre en el film La Reine Margot (1994) de Patrice Chéreau. |
Henri III sucedió a su hermano
Charles IX en mayo de 1574, y a pesar de que el conflicto religioso no remitió,
la Corte y el Louvre vivieron uno de sus mayores periodos de esplendor. En el
campo de nuestro estudio es muy importante destacar que fue Henri III el
responsable de decretar en 1578 y 1585 el reglamento de la Corte y de la Maison du Roi, que fueron las bases jurídicas
sobre las que luego se construyó el famoso protocolo versallesco. Asimismo,
bajo influencia italiana la distribución de las estancias reales sufrió una transformación
importante, al substituirse el antiguo esquema de chambre à parer (pública) – chambre
de retrait (para recibir personajes de alto rango) – cabinet (completamente privado) por la triada de antichambre – chambre – cabinet (antecámara
– cámara – gabinete) que serviría de base para la organización de cualquier palacio
europeo hasta finales del siglo XIX.
El Louvre hacia finales del reinado de Henri III. © RMN-Grand Palais (musée du Louvre) - Caroline Rose. |
Pero una vez más, el
Louvre sería escenario de turbulentos episodios, esta vez durante la Octava
Guerra de Religión (1585-1598). A la muerte de su hermano menor el Duque de
Alençon en 1584, quedaba claro que la casa de los Valois se extinguía, pues
Henri III carecía de herederos. El heredero más próximo era ni más ni menos que
Henri de Bourbon, Rey de Navarra y líder de los hugonotes. La posibilidad de
que un monarca protestante rigiera algún día Francia alarmó a los católicos,
especialmente a los parisinos, que se aglutinaron en masa entorno al Duque de
Guise, líder de la Liga Católica y cuya enemistad con Henri III era más que
conocida. En mayo de 1588, el Rey mandó llamar a París a diversos regimientos extranjeros
ante la posibilidad de altercados, los parisinos, por su parte, sospecharon, no
sin razón, que los líderes católicos iban a ser arrestados. El día 12, Paris de
llenó de barricadas, la confrontación entre el Rey y el Duque de Guise llegó a
la calle, era la llamada Journée des
barricades. Hacia el anochecer, Henri III no tuvo más remedio que abandonar
la capital a través del Jardin des
Tuileries. La Liga Católica era ahora dueña y señora de Paris.
La postrera confrontación
entre el último monarca Valois y el líder de los católicos franceses se
desarrolló, no obstante, lejos de Paris, en el castillo de Blois. En octubre de
1588, el Rey no tuvo otro remedio que convocar los États Généraux en Blois a los que el Duque de Guise acudió y el 23
de diciembre, bajo pretexto de una supuesta audiencia con el Rey, el Duque fue
apuñalado hasta la muerte en la cámara del monarca por cortesanos afines. Se
dice que Henri III al ver a su rival tendido en el suelo exclamó: ¡Por fin soy
rey!
El asesinato del Duque de Guise en el castillo de Blois, según Paul Delaroche (1834). |
Lejos de solucionar el conflicto, el asesinato del Duque de Guise levantó a toda la Francia afín a la Liga Católica contra el Rey, que no tuvo más remedio que pactar con el hugonote Rey de Navarra que ya se había lanzado sin vacilaciones a la conquista del trono francés. El pacto duró poco, pues en agosto de 1589, mientras asediaba Paris, el propio rey Henri III fue asesinado a golpes de puñal en el castillo de Saint-Cloud. Antes de morir, no obstante, el Rey reconoció al hugonote Henri de Bourbon, Rey de Navarra, como heredero legítimo al trono francés.
La conquista del trono
fue larga y los conflictos militares extenuantes, pero Henri de Bourbon, hábil político
ante todo, decidió finalmente, convertirse al catolicismo el 25 de julio de
1593 en la Basílica de Saint-Denis y en 1594 fue coronado en la catedral de
Chartres como Henri IV, Rey de Francia y de Navarra. Era el primer Bourbon o Borbón
en sentarse en el trono francés. En 1598, promulgó el Édit de Nantes, que reconocía la fe protestante y la libertad de
culto en determinados lugares del reino.
La entrada del monarca al
Paris pacificado se produjo en marzo de 1594. Tras cinco años de guerra, el
Louvre presentaba un aspecto desolador, las decrépitas construcciones medievales
coexistían con las fábricas renacentistas sin terminar y los jardines se habían convertido
en campos yermos; pero peor eran los interiores, completamente vaciados de
todos sus tesoros y muebles. Las cavernosas y oscuras salas se presentaban,
casi, como una personificación del estado en el que se encontraba Francia.
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