sábado, 24 de noviembre de 2012

La belleza de Liselotte.

En 1670, Philippe, Duque de Orléans (1640-1701), hermano de Louis XIV, se casaba por segunda vez. Su primera mujer había sido Henriette d'Anglaterre (1644-1670), hija del malogrado Charles I de Inglaterra (1600-1649) que murió decapitado por orden de Cromwell. Desde su boda, en 1661, hasta su temprana muerte, en 1670, la sofisticada y bella Henriette había sido una de las lideres de la corte del Rey Sol.
Retrato del Duque de Orleans y su primera esposa, Henriette d'Anglaterre en la famosa obra Louis XIV et sa famille en dieux de l'Olympe (circa 1670) de Jean Nocret.

La temprana e inesperada muerte de Henriette causó un enorme impacto en la Corte y el pueblo e incluso se llegó a hablar de envenenamiento (hoy se sabe que fue una peritonitis). Sin embargo, eso no impidió que por "razones de estado" el Duque se volviera a casar ese mismo año. La elegida era bastante diferente a su antecesora.
El Duque de Orléans alrededor de 1680 © RMN (Château de Versailles)/Gérard Blot.

La nueva duquesa erÉlisabeth-Charlotte von der Pfalz-Simmern (1652-1722), hija de Karl I Ludwig, Elector Palatino. La pareja que se formó de la nueva unión no podía ser más extraña. El Duque era amanerado, refinado, con especial gusto por la moda y los aderezos y abiertamente homosexual. La nueva Duquesa era por el contrario marcadamente masculina, falta de gracia y belleza y sin ningún interés por parecer sofisticada o femenina. Los nuevos cónyuges no solo lograron soportarse sino que incluso llegaron a engendrar tres hijos. El Duque y la Duquesa tenían asimismo una pasión común: el coleccionismo; sus residencias parece que estuvieron repletas de cuadros, antigüedades, objetos orientales y objets d'art.
La Duquesa de Orléans alrededor de 1680 por François de Troy © RMN (Château de Versailles).

Pero la Duquesa sera sobre todo recordada por su correspondencia. La cartas intercambiadas con sus familiares y conocidos alemanes son una mordaz y ácida descripción de la legendaria corte de Louis XIV. Y es que Liselotte (como se la llamaba en familia) compensó su poca gracia y belleza con una prodigiosa habilidad para hablar sin tapujos pero de forma sarcástica e ingeniosa. No fue sin embargo una mujer arrogante y llegó a escribir sobre si misma "no me miro nunca en un espejo, porque tengo demasiado amor propio para verme fea como soy". 

También se cuenta que, educada en la fe protestante, soportaba mal las misas en Versailles y llegaba a dormirse y a roncar y su cuñado, el Rey, tenia que despertarla a codazos. O que en 1692, cuando su hijo aceptó casarse con una de las hijas bastardas del Rey a cambio que éste pagara sus deudas, la Duquesa le dio un sonoro bofetón, en medio de la Galería de los Espejos.
Retrato póstumo de Élisabeth Charlotte de Bavière, Duquesa de Orléans (1723) de Hyacinthe Rigaud. 

Liselotte sobrevivió a la muerte de su marido (en 1701) y a la del Rey Sol (en 1715) y fue espectadora de primera fila del período de la Regencia durante la minoría de edad de Louis XV (1715-1774), no en vano su propio hijo era el regente. Murió en 1722, el mismo año en que Louis XV alcanzó la mayoría de edad y un año antes de la muerte de su propio hijo.


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