Antoine Jean Gros (1771-1835) fue un pintor poliédrico, encajado entre dos épocas, el Neoclasicismo y el Romanticismo, y sus dos pesos pesados, David y Delacroix, respectivamente. Su obra no fue jamás ni una cosa ni la otra, pero esto no impidió que fuera particular, personal, y a su manera, genial.
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Eléazar préfère la mort au crime de violer la loi en mangeant des viandes défendues (1792) Musée de Beaux-Arts de Saint-Lô. |
Oficialmente, Gros fue uno de los discípulos del taller de David y su obra se gestó bajo la égida del estilo neoclásico de corte napoleónico (el llamado estilo Imperio). Pero la obra de Gros carece de ese pathos clásico, de esas actitudes heroicas y gallardas características de David, y se acerca a una atmosfera, más sincera, más oscura y más tumultuosa, que prefigura el Romanticismo.
Una de sus primeras
obras fue Eléazar préfère la mort
au crime de violer la loi en mangeant des viandes défendues, que en 1792 presentó en el
concurso del Prix de Rome. La
pintura, con una clara influencia de la pintura academicista del XVIII y
sobretodo del colorismo de Rubens o Veronese, esta años luz de la concreción
formal y conceptual que muchos años antes había logrado David con su Le Serment des Horaces.
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Le Serment des Horaces (1784-1785) de Jacques Louis David, Musée de Louvre. |
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Bonaparte au Pont d'Arcole (circa 1796-1797) Hermitage Museum. |
Gros tampoco resiste la comparación con los retratos que su maestro realizó
de Napoleón. El Bonaparte au Pont
d'Arcole de Gros, aunque enérgico, carece
de la fuerza del Napoléon franchissant les
Alpes. Del mismo modo el Bonaparte, Premier consul de Gros retrata a un Napoleón con aspecto melancólico, con un figura
endeble y un rostro circunspecto; mientras que el Portrait
inachevé de Bonaparte de David, aunque
inacabado, consigue transmitir el poder, la ambición y el ímpetu de Napoleón únicamente
a través de su rostro.
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Napoléon franchissant les Alpes (1800) de Jacques Louis David, Musée de la Malmaison. |
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Bonaparte, Premier consul de la République (1802) Musée national de la Légion d'honneur. |
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Portrait inachevé de Bonaparte (1798) de Jacques Louis David, Musée du Louvre. |
Todo
eso no quiere decir que Gros fuera un mal retratista, sino que simplemente no
era el retratista adecuado para Napoleón. Por el contrario, las dos siguiente
obra muestran sus dotes para el retrato: en el retrato de
Joachim Murat, el autor capta
perfectamente la personalidad, extravagante, megalómana y ecléctica del célebre
mariscal y Rey de Nápoles (1808-1815); por otro lado, en la pintura del Comte Honoré de La Riboisière, Gros logra un detallismo y una exquisitez propias
de la técnica del pastel del siglo XVIII y de autores como Rosalba Carriera,
Quentin de la Tour o Vigée Le Brun.
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Joachim Murat, roi de Naples (circa 1812) Musée du Louvre. |
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Portrait du Comte Honoré de La Riboisière (1815) Collection privée. |
Pero
donde Gros mostró todas sus dotes artísticas fue siempre en la pintura de
batallas. Sus obras nada tienen que ver con el detallismo y la minuciosidad de Lejeune; al contrario, sus escenarios están llenos de humo
y de personajes, todo parece abigarrarse sin orden ni concierto, de forma caótica;
el campo de batalla se convierte en un tumulto fuera de control, pero lleno de
pasión.
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Bataille de Marengo de 1800 (1802) deL Barón Louis François Lejeune, Musée de Versailles. |
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Bataille de Nazareth (1801) Musée de Beaux-Arts de Nantes. |
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Bataille d'Aboukir, 25 juillet 1799 (1806) Musée de Versailles. |
No
obstante, el pintor no renuncia al horror o la fealdad y su actitud parece
anunciar el Romanticismo. Bonaparte visitant
les pestiférés de Jaffa presenta a
un Napoleón elegantemente vestido que visita a los soldados contagiados por la
peste. Los cuerpos desfallecidos y endebles con los rostros ojerosos yacen en
la parte inferior de cuadro en la semi-penumbra y parecen anunciar los
marineros del Le Radeau de La
Méduse de Géricault. Asimismo en Napoleón
a la Bataille de Eylau
la batalla pasa a un segundo término, Napoleón aparece otra vez rodeado de
heridos y muertos que suplican ayuda, pero aquí Bonaparte parece ignorarlos
mientras continúa dirigiendo la contienda.
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Bonaparte visitant les pestiférés de Jaffa le 11 mars 1799 (1809) Musée du Louvre. |
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Napoleón a la Bataille de Eylau en 1807 (1808) Musée du Louvre. |
Una vez acabada la epopeya napoleónica, Gros, al contrario que David,
no tuvo reparos para alinearse con el nuevo régimen de la Restauración Borbónica
(1815-1830) y pronto empezó a recibir jugosos encargos además del título de barón.
En el Embarquement de la Duchesse d'Angoulême Gros busca en vano mantener su
fama a través de una monumental pintura de historia, el resultado final es, no
obstante, mediocre; las actitud trágica de las mujeres de la derecha, el
erotismo de la marineros de la izquierda y el patetismo del grupo central (en
especial de la duquesa) encajan pobremente y de forma poco armónica. Lo mismo
ocurre en el retrato de Louis
XVIII, donde, a
pesar de sinceridad con la que Gros pinta el rostro y el carácter del monarca,
el aspecto final es más bien mórbido y poco elegante, contrariamente al retrato de Charles X de Gérard.
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Embarquement de la Duchesse d'Angoulême à Pauillac en 1815 (1819) Musée de Beaux-Arts de Bordeaux. |
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Portrait de Louis XVIII, Roi de France et Navarre (1817) Musée de Versailles. |
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Portrait de Charles X, Roi de France et Navarre (1825) del Barón François Gérard, Museo del Prado. |
Más notorio es el retrato de
Madame Récamier en
donde Gros pinta a la célebre femme d’esprit ajada y recubierta de cofias (vetusta, quizás
como la propia Restauración?) y muy lejos de aquella seductora joven de
vestidos vaporosos que Gérard había pintado en 1805.
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Madame Julliette Recamier (1825) Croatian Academy of Science and Art. |
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Madame Récamier (1805) del Barón François Gérard, Musée Carnavalet. |
En el Salon de 1835, Gros presentó
la que sería su última obra, Hercule
et Diomède, en donde, en
vano, intentó dominar la nuevas tendencias románticas. La pintura fue
ampliamente criticada: la composición es tosca, la luz es inadecuada, el tema
es anticuado….Gros era incapaz de alcanzar la maestría que Delacrois demostraba en su Médée furieuse, y al parecer uno de los críticos, tras ver el cuadro, llegó a afirmar “Gros está
muerto”. El pintor, que ya hacía tiempo que padecía una severa depresión se suicidó
días después arrojándose al río Sena.
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Hercule et Diomède (1835) Musée des Augustins.
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Médée furieuse (1838) de Eugène Delacroix, Musée de Beaux Arts de Lille. |
La pintura de Gros había nacido en una era y moría en otra, su obra
estuvo siempre a caballo entre el Neoclasicismo y el Romanticismo sin jamás
llegar a conectar con ninguno de ellos.
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