jueves, 29 de marzo de 2012

Roulez carrosses! : el Musée des Carrosses de Versailles parte hacia Arras.


Millones de personas visitan cada año el palacio de Versailles, la residencia real más célebre de Occidente. Usualmente la multitud pasa de largo ante las monumentales écuries (establos), situadas justo enfrente del castillo. Dichos edificios, más allá de su interés arquitectónico, destacan por acoger el Musée des Carrosses de Versailles (Museo de las Carrozas de Versailles). Hace años el museo se podía visitar regularmente, pero no hace demasiado, debido a su baja frecuentación y a problemas de conservación, se fue limitando su horario de apertura al público. Los horarios de dicho museo resultan imposibles de encontrar y el personal del palacio poca información da, según unos el museo abre una vez al mes o según otros solo durante las Journées du Patrimoine.

Pero afortunadamente, desde el día 17 de marzo, las joyas de museo se pueden ver en una exposición celebrada en Arras (norte de Francia) y titulada Roulez carrosses!



Pero empecemos por el principio. Cuando uno piensa en Versailles, rara vez piensa en carrozas y eso que la mayoría de las grandes monarquías (Reino Unido, Austria, Rusia, Italia, España y sobretodo Portugal) poseen sus respectivas colecciones de vehículos regios. Esto tiene dos causas: la primera es la poca o nula promoción que se ha hecho del Musée des Carrosses, siempre a la sombra de su hermano mayor; la segunda son simplemente dos palabras, Revolución Francesa.

En el ceremonial monárquico hay varios símbolos de marcada importancia, uno de ellos son las carrozas o carruajes. El carruaje (el término que tiene un sentido más amplio y genérico) es el trono móvil del monarca, es su palacio sobre ruedas, es una vitrina/relicario desde la cual el rey se muestra, pues solo cuando sale de su palacio puede ser visto por todos sus súbditos. Los desplazamientos oficiales del Rey (o la Familia Real) están siempre rodeados de una ceremonia y una pompa altamente representativas, cuya piedra angular es el carruaje del monarca, repleto de los símbolos de la monarquía.

Carrosse du Sacre de Louis XVI à Reims, el 2 de junio de 1775.

No es de extrañar pues que los ciclópeos carruajes del Ancien Régime sufrieran la furia de los revolucionarios. La carroza que Louis XVI mandó construir para su coronación en 1775 fue descrita por el Comité Revolucionario de 1794 en los siguientes términos: “Este carruaje, monstruoso ensamblaje del oro del pueblo y exceso de la adulación, es invendible, ya sea por su forma colosal o por la enorme reunión de todos los atributos de la feudalidad y la bajeza que los hombres libres deben apresurarse a destruir […] el carruaje llamado de coronación será despedazado.” Los establos de la corona albergaban antes de la Revolución más de 2000 carruajes, ninguno ha llegado hasta nosotros.

Pero, si bien la colección del Musée des Carrosses no puede competir en antigüedad con otras grandes colecciones, como las del famoso Museo dos Coches de Lisboa, si lo puede hacer en opulencia.

Fue el rey liberal Louis Philippe I quien, en 1837, decidió transformar Versailles en el Musée de l’Histoire de France, paralelamente creó el Musée des Carrosses, que reagrupaba los carruajes post-revolucionarios provenientes, esencialmente, del Imperio Napoleónico (1804-1815) y de la Restauración Borbónica (1815-1830).

He aquí una selección de algunas de las obras del museo que se expondrán en Arras.

La única obra pre-revolucionaria conservada es doblemente interesante. Se trata de la Voiture de promenade du Dauphin y fue construida para el hijo de Louis XVI y Marie Antoinette, Louis-Joseph (1781-1789), que murió a la temprana edad de 8 años. El carruaje en miniatura resulta un recuerdo especialmente emotivo del joven infante que jamás llegó a reinar y cuya muerte, en plena convocatoria de los Estados Generales, explica, en parte, las erráticas medidas tomadas por Louis XVI durante el verano de 1789. Asimismo, su interés radica en que es una reproducción en miniatura de los vehículos de la época y nos permite deducir los carruajes que a diario habría usado la Familia Real. Este pequeño vehículo es lo único que nos queda de las suntuosas y abarrotadas caballerizas del Ancien Régime.

Marie-Antoinette, Reine de France, et ses enfants (1787) de Élizabeth Vigée-Lebrun, Château de Versailles.
El delfín (dauphin) Louis-Joseph aparece en el extremo derecho.

Voiture de promenade du Dauphin © RMN (Château de Versailles)/Gérard Blot.

En 1810, Napoléon I se divorció de la emperatriz Josephine que no podía darle ningún heredero. Pocos meses después se casaba de nuevo con la archiduquesa Marie Louise, hija del emperador de Austria Franz I (1804-1835). Las festividades de la boda organizadas en Paris supusieron, sin duda, el apogeo del régimen imperial, durante el 1, 2 y 3 de abril se sucedieron en la capital desfiles, banquetes, bailes y fuegos artificiales.

El día 2 por la mañana, el Emperador, su prometida y la Corte realizaron su entrada triunfal en Paris, el suntuoso cortejo partió del palacio de Saint Cloud (donde el día ante se había celebrado la boda civil) hacia el Louvre, donde se realizaría la boda religiosa. Más de 50 carruajes participaron en el cortejo, llevando a los prometidos, a la familia imperial, a los altos cargos de la Corte, a los dignatarios del Imperio, etc. Napoléon había encargado numerosos carruajes nuevos para participar en el desfile, pero solo siete se han conservado (adquiridos por Louis Philippe en 1837) en Versailles, mientras que otros dos se encuentran fuera de Francia. Las siete Berlines de gala de Napoléon I, todos ellos dorados y con las armas imperiales pintadas, son de un tamaño y una suntuosidad graduada en relación a quien debían transportar. Todos ellos llevan su nombre pintado en la caja.


Le Cortège du mariage de Napoléon Ier et de Marie-Louise traversant le Jardin des Tuileries, le 2 avril 1810 (1810) - Etienne-Barthélémy Garnier.


Berline de Napoléon I, "La Brillante" © RMN (Château de Versailles)/Gérard Blot.

Berline de Napoléon I, "Le Topaze" © RMN (Château de Versailles)/Gérard Blot.  

Tras la caída de Napoléon en 1815, los Borbones se volvieron a asentar en el trono francés, este período se conocería como la Restauración Borbónica (1815-1830).

En 1820, todo el mundo tenía meridianamente claro que el rey Louis XVIII (1815-1824) no tendría descendencia y que el trono pasaría a su hermano menor el Conde de Artois (el futuro Charles X). Todas las miradas se fijaban, pues, en la descendencia de éste último. El Conde había tenido dos hijos, el Duque de Angoulême y el Duque de Berry, ambos estaban casados pero solo el último garantizaba la descendencia a través de un matrimonio productivo. En 1820, el Duque de Berry (conocido por sus ideas reaccionarias), fue asesinado dejando a su mujer encinta de un mes. El hijo que nació, el Duque de Bordeaux, recibió el apodo de l’enfant du Miracle, y fue visto por los partidarios de la monarquía como la mejor muestra de su supervivencia. Se organizó, pues, un fastuoso bautismo y se encargó un carruaje que volviera a evocar los fastos del Ancien Régime y que llevó el nombre de Carrosse du Baptême.

Carrosse du Baptême © RMN (Château de Versailles)/Gérard Blot.  

Por su puesto, las obsequias de Duque de Berry fueron grandiosas pero serían sin duda sobrepasadas por las del rey Louis XVIII en 1824. El mismo coche fúnebre (ya usado en 1809 por el funeral del mariscal de Lannes) fue convenientemente remozado para convertiste en un auténtico mausoleo ambulante repleto de alegorías y símbolos de la monarquía. El fastuoso sepelio de Louis XVIII servía, ante todo, para olvidar las dramáticas circunstancias que habían rodeado los “funerales” de Louis XVI y Marie Antoinette en 1793.

Char funèbre de Louis XVIII © RMN (Château de Versailles)/Gérard Blot.  

El Char funèbre de Louis XVIII, también sería utilizado bajo Louis Philippe: en 1836 para el funeral del mariscal Mortier y en 1842 por el del heredero al trono, el Duque de Orleans, hijo del Rey. Irónicamente, el mismo coche serviría para las exequias de dos presidentes de la República Francesa, Sadi Carnot en 1894 y Félix Faure en 1899.

En los años ochenta se descubrió el armazón de madera de este carruaje en un polvoriento almacén y se procedió a una ejemplar restauración/restitución que es la que podemos ver hoy en día.

Charles X en habits de sacre (1825) del Barón François Gérard, Museo del Prado.

Pero el acto que estaba destinado a ser la más espectacular (y última) gran celebración de la Restauración Borbónica fue la grandiosa coronación de Charles X en Reims. Dicho acto tenía dos funciones, la primera y más evidente era seducir al pueblo a través de innumerables fastos que evocaran el Ancien Régime y que hicieran olvidar los subversivos ideales que emergían cuestionando la Restauración Borbónica. Su segunda función, al recuperar la forma de coronación tradicional de los reyes de Francia en Reims, era volver a plantear una monarquía  por derecho divino, en oposición a la monarquía constitucional que heredaba el nuevo rey. La nueva Carrosse du Sacre de Charles X debía ser, así pues, espectacular, y no se ahorraron recursos para crear un recargado armatoste de 7 toneladas hecho de madera y bronce dorados. Charles X solo uso este caro artefacto en dos ocasiones, el 28 de mayo de 1825 para su coronación en Reims y el 6 de junio para su entrada triunfal en Paris. 

Carrosse du Sacre de Charles X © RMN (Château de Versailles)/Gérard Blot.

Entré de Charles X à Paris, par la barriére de la Villette, le 6 juin 1825 (1825-1830) de Barón Louis François Lejeune, Musée de Versailles.

No obstante, los sueños absolutistas de Charles X duraron poco, en julio de 1830 una revolución le obligó a abandonar el trono y partir al exilio, en Francia se proclamó una monarquía liberal con Louis Philippe de Orleans como rey.

El nuevo monarca, poco amante de la pompa, prefería llevar una viva más “burguesa”, donde este tipo de carruajes no tenían cabida, así pues, en 1837, los reuniría todos en el Mussé des Carrosses. Louis Philippe I jamás usaría estos carruajes, prefiriendo vehículos más sencillos y cómodos que no hemos conservado, pues fueron quemados durante la Revolución de 1848.

En 1852, el príncipe Louis Napoléon Bonaparte, primer presidente de la II República Francesa (1848-1852) se autoproclamaba emperador bajo el nombre de Napoléon III (1852-1870). Pasaría a la historia como el último monarca de Francia, como el impulsor de las reformas que Haussmann realizó en Paris o como uno de los grandes modernizadores del Reino de Francia. La Corte de Napoléon III sería fastuosa a la par que exquisita y sofisticada, y su líder, la emperatriz Eugenia de Montijo alcanzaría la categoría de mito. Napoléon III sí que reutilizó las carrozas que Louis Philippe había relegado al museo, cosa que explica que hoy las observemos con las armas napoleónicas y no borbónicas. La boda del emperador con Eugenia de Montijo en 1853 requirió el remozamiento de la Carrosse du Baptême. Tres años después, en 1856, el bautismo del Príncipe Imperial supuso la auténtica consagración del régimen, y Napoléon III requirió adaptar la Carrosse du Sacre para llevar a los soberanos hasta Nôtre-Dame mientras que el Príncipe Imperial viajó en…la Carrosse du Baptême.

Detalle de la N de Napoleón III en la Carrosse du Sacre © RMN (Château de Versailles)/Gérard Blot.

La última incorporación al museo fueron, curiosamente, dos carruajes (una berlina y un coupé) no pertenecientes a la monarquía, sino a la Tercera República (1870-1941). Los coches fueron encargados alrededor de 1875 para servir al presidente y a su séquito cuando se trasladaban a Versailles para asistir o la sesión conjunta de ambas cámaras del Parlement o su nombramiento o para acoger a huéspedes ilustres que visitaban el palacio, como hicieron el zar Nikolay II en 1896 o el rey George V en 1914. Las Voitures de la Présidence de la République presentan unas líneas marcadamente más sobrias pero sin renunciar a la característica elegancia francesa, están decoradas con las armas presidenciales y dotadas de las últimas innovaciones tecnológicas (especialmente en la suspensión) para potenciar el confort.

Coupé de la Présidence de la République © RMN (Château de Versailles)/Gérard Blot. 

Todo esto y más se podrá ver en la exposición Roulez carrosses! que se celebra en la Abbaye Saint-Vaast de Arras del 17 de marzo de 2012 al 10 de noviembre de 2013. La exposición es fruto de un convenio firmado entre el museo del palacio de Versailles, la villa de Arras y la región Nord-Pas de Calais que contempla la colaboración de dichas instituciones durante diez años y que se calcula que generará unas cinco exposiciones bianuales, siendo Roulez carrosses! la primera. Habrá que ver qué nos depara el futuro.





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