El jueves 17 de mayo, Versailles
amanece como de costumbre, con su usual ajetreo. Los grandes señores esperan pacientemente
asistir al lever del Rey, las damas
realizan sus elaboradas toilettes en
sus respectivos appartements, los sirvientes
corren arriba y abajo por los laberínticos pasillos y escalerillas de palacio y
los patios están llenos de caballos, carruajes y chaises à porteurs. Iniciando una costumbre que perdurará durante
todo su posterior reinado, el dauphin
Louis-Auguste se ha levantado muy temprano para ir a cazar, la Dauphine, por el contrario, se ha
levantado bastante más tarde, alrededor del mediodía. Ella y el Rey asisten a
misa y una vez más, se colocan balaustradas a lo largo del Grand Appartement para que el público pueda observar el cortejo
real ir y volver de la capilla.
Versailles y su habitual ajetreo, pintado por Jacques Ribaud a principios del siglo XVIII. © RMN (château de Versailles) - Droits réservés |
El acto más importante del día se
produce sin embargo en el relativamente exiguo appartement que ocupa Marie-Antoinette en la planta baja. Sentada
en un sillón en su Grand Cabinet, las
damas y señores acuden a “presentarse” ante la nueva Dauphine, todo aquel o aquella que se considere alguien en la Corte
debe asistir. Decenas de personas se apretujan en las antecámaras, pero los
aposentos son pequeños, las puertas estrechas y las vanidades anchas. Primero
pasan los hombres, se dicen sus nombres (o título) en voz alta, entran en el cabinet, hacen una reverencia, la Dauphine les dice alguna palabra amable
y vuelven a salir.
Segunda Antecámara del appartement de Marie-Antoinette (actualmente del Dauphin). Aquí se apretujaron las altivas damas de la Corte a la espera de ser presentadas. |
Con las damas es ligeramente más
complicado. Todas ellas deben vestir el grand
habit de cour, de modo que la presencia de colas de tres metros sostenidas
por valets complica aún más la espera
de decenas de señoras en las pequeñas antecámaras. Una vez llegan a la puerta
del Grand Cabinet, el valet debe dejar la cola de su señora,
que tiene que entrar sola en la estancia. Al oír su nombre, la dama hace una
primera reverencia en la puerta, avanza hasta la mitad de la estancia, hace una
segunda reverencia, avanza hasta el sillón de la Dauphine y hace una tercera y última reverencia. Luego se quita el guante
derecho, y con esa mano va a coger el bajo de la falda de la Dauphine para besarlo, pero (siempre,
según el protocolo) la Dauphine evita
que la dama lo haga y le dice alguna palabra amable. Finalmente, la dama se
levanta y hace el mismo recorrido que antes, con las tres reverencias
incluidas, pero marcha atrás para evitar dar la espalda a la Dauphine, ni que decir que caminar
marcha atrás con una cola de tres metros tiene su complicación.
Marie-Antoinette aguanta toda la
ceremonia con una ejemplar paciencia. Pero podemos entender que, después de que
le sean presentadas más de cien personas siguiendo el mismo y lento ritual, la Dauphine empiece a detestar la etiqueta
cortesana.
Por la tarde/noche toca la
presentación de la opera Persée
compuesta por Quinault y Lully. La misma Opéra
Royal que la noche anterior había acogido el Festín Real, ahora, con los decorados
apresuradamente cambiados, acoge la representación de una ópera demasiado
solemne, densa y anticuada para la joven Dauphine.
Dos horas y media de ópera aburren visiblemente a Marie-Antoinette. Pero la
noche no está exenta de sobresaltos, el águila de la Casa de Habsburgo se
desprende del decorado y cae ruidosamente sobre el Altar del Himen; poco
después Perseo, de camino a pedir solemnemente la mano de Andrómeda, tropieza
con un bordillo y cae de bruces en medio del escenario, es uno de los pocos
momentos en los que Marie-Antoinette de divierte.
El viernes 18 es día de descanso,
el Dauphin está de caza y la Dauphine solo aparece en público para
almorzar sola “au grand couvert” (eso
es, en público). El resto del día lo pasa tranquilamente en sus aposentos.
EL GRAND BAL PARÉ
El sábado se reemprenden las
celebraciones de la boda con el grand bal
paré (algo así como gran baile de gala). Una vez más el decorado de la Opéra Royal se ha metamorfoseado, la
platea se ha elevado al nivel del escenario para crear una única y amplia sala
de baile y en el escenario un decorado imita una arquitectura palaciega con
altas columnas, y brocados azules bordados al hilo de plata.
Pero esta puesta en escena queda
empañada por el primer escándalo protocolario que protagonizará la joven Dauphine: el llamado Affaire du Menuet (Asunto del Minueto).
En la jerarquía de la Corte,
después de la Familia Real y los princes
de sang (nobles emparentados con la Familia Real), vienen los llamados princes étrangers (señores de antiguos
estados soberanos que ahora están semi o totalmente incorporados a Francia,
como Mónaco o Lorena), luego los duques y pares (el rango más alto de la
aristocracia francesa), los Grandes de España (entiéndase nobles franceses con
esta distinción, no nobles españoles) y luego el resto de la nobleza. Sin
embargo la rivalidad entre princes
étrangers y los duques y pares es motivo de infinitas querellas en la
Corte, ambos afirman tener más precedencia que los otros.
Bien, pues en el baile, después de
que bailen la Familia Real y los princes
de sang, la Princesa de Brionne (princesse
étrangere) ha pedido que su hija, Mademoiselle de Lorraine, sea la
siguiente en bailar el minueto, por ser miembro de la Casa de Lorena (o
Lorraine) a la que también pertenecía el padre de Marie-Antoinette. La Princesa
había hecho, hace semanas, la petición a la emperatriz Maria-Theresia, que a
través de su embajador, el Conde Mercy-Argenteau, se la había trasladado al rey
Louis XV. El monarca había accedido. Pero cuando las altivas duquesas se
enteraron de esto, decidieron hacer una carta de queja con el apoyo de todos
los altos señores de la Corte, ¿Cómo podía ser que un miembro de una familia extranjera
bailara antes que ellas que pertenecían a ancestrales familias francesas?
El Rey había emitido una respuesta
el día 16, justo antes de la ópera Persée;
en la poco sutil carta el monarca decía que era una petición de Viena y que
esperaba que sus súbditos la cumplieran y punto. Se rumoreó entonces que la
emperatriz Marie-Theresia y la joven Marie-Antoinette habían maniobrado en
torno al Rey para defender las pretensiones de la Princesa de Brionne. Es una
afrenta a las ilustres familias de la aristocracia francesa. Sin embargo, lo
más probable fue que la Dauphine
observara el asunto sin dedicarle excesiva atención, las querellas
protocolarias siempre le resultaron indiferentes.
Sea como fuere, el baile empieza
puntualmente a las siete cuando llega la Familia Real, una vez más, centenares
de personas venidas de Paris con invitación llenan las gradas para observar el
baile. La platea está exclusivamente reservada a la Corte. Algunas duquesas y
Grandes de España asisten finalmente al baile (¿Cómo faltar a un evento tan
importante?) pero llegan bastante tarde o se marchan antes que baile
Mademoiselle de Lorraine, muchas otras lo observan discretamente desde sus
palcos privados. Sin embargo, el baile es un éxito, los espectadores remarcar
la afluencia de gente, la belleza del decorado, la suntuosidad de las
vestimentas y la elegancia de los bailes.
LOS FUEGOS DE ARTIFICIO Y LES ILLUMINATIONS
A las diez en punto se da por
concluido el grand bal paré y todo el
mundo se dirige a la Galerie des Glaces
para ver los fuegos artificiales, estos estaban previstos para el día de la
boda, pero tuvieron que ser suspendidos a causa de la tormenta. La Familia Real
se sitúa en las ventanas centrales de la Galerie,
la Corte en las otras ventanas y el pueblo, al que se ha dejado entrar excepcionalmente,
en la parte alta de los jardines. A las diez y cuarto, a la señal del Rey,
empieza el espectáculo, que dura media hora.
Se suceden cascadas luminosas, pirámides
de fuego, soles relucientes, esferas, bouquets
de petardos, el monograma de los esposos (LA y MA) y no puede faltar un templo
del Himen. Mientras tanto la orquestra de más de cien músicos acompaña el
espectáculo desde el gran canal. Todo termina con una gran girande (una rueda giratoria) de más de 20.000 cohetes y bengalas.
En menos de una hora, los obreros
desmontan las tarimas y las estructuras de los fuegos de artificio y el camino
está libre para que el pueblo pueda disfrutar de las illuminations. En el tapis
vert hay pirámides y obeliscos y alrededor la Fontaine d’Apollon se erigen tejos podados y estructuras efímeras
en forma de arcos de triunfo recubiertos de guirnaldas, todo ello iluminado por
más de 160.000 farolillos. Las iluminaciones se extienden por todo el borde del
Grand Canal y terminan con un gran
templo del sol, por el canal navegan además pequeñas góndolas y galeras
igualmente iluminadas con farolillos. Las illuminations
también abarcan los principales bosquets
del jardín y en algunos de ellos se suceden espectáculos de danza. Todas las
fuentes del jardín permanecen encendidas durante toda la noche. Se calcula que
200.000 personas visitan los jardines aquella noche, sin necesidad de
invitación y sin distinción de rango, las gentes humildes observan y pasean al
lado de grandes señores de la Corte; los princes
y princesses de sang y algunos
miembros de la Familia Real se pasean entre la muchedumbre en calesa o en chaise à porteur. Sin embargo ni el Rey
ni la pareja de recién casados bajan al jardín.
Les illuminations en el Bassin d'Apollon representadas por Moreau le Jeune. © RMN-Grand Palais (Château de Versailles) - Droits réservés. |
Detalle del gravado de Moreau le Jeune. © RMN-Grand Palais (Château de Versailles) - Droits réservés. |
El Duque de Cröy nos deja la
siguiente descripción:
“A las doce y media, fui a buscar a
las damas a casa de la Princesa de Tingry. Di la mano a la Princesa de Salm y
corrimos a ver las illuminations. Lo mejor
y realmente admirable fue la iluminación del Grand Canal vista […] desde la
terraza por encima de la Fontaine de
Latone. […].
Sin embargo, fue decepcionante que
al girarme viera la Galerie des Glaces
cerrada y a oscuras y que ni el Rey ni la Familia Real se dignaran a permanecer
un rato observando las illuminations.
La joven Dauphine si que se paró un rato a observarlas, pero cuando pidió
permiso para bajar a ver los jardines se lo denegaron. Pareció que la Familia
Real despreciaba todo eso. […] se dijo que el Rey tenía miedo de resfriarse.
[…]
Había en varios bosquets, pequeños teatrillos de
divertían al pueblo, y todo estaba iluminado, todo fue digno de ser recordado
como una de las fiestas más magnificas que se han celebrado en Versailles hasta
la fecha. Recorrimos con las damas todos los sitios y volvimos a casa al amanecer.
No he oído hablar de ningún accidente ni altercado.”
EL GRAND BAL MASQUÉ
El domingo es día de descanso, lo
único remarcable es la multitud que viene a ver a la Dauphine mientras asiste a la misa matutina.
El cuarto día de celebraciones, el
lunes 21 de mayo, el Rey ofrece un grand bal
masqué (baile de máscaras) en el Grand
Appartement de Versailles. Esta vez no se extienden invitaciones, la
entrada es libre, la única condición es quitarse la máscara e identificarse
antes de entrar. La danza se hace en el Salon
d’Hercule, recubierto de draperies
y con un anfiteatro para sentarse u observar el baile y tres orquestas se
reparten por el Grand Appartement
además de tres buffets en el Salon de Vénus, el Salon de la Guerre y el Salon
de la Paix.
Planta de Versailles hacia 1770, con los principales sitios nombrados en el artículo. El punto azul representa el Salon d'Hercule. |
Gravado representado el bal masqué en la boda del anterior Dauphin en 1745, por Charles Nicolas Cochin. |
Marie-Antoinette aparece de incógnito
con sus damas de compañía, todas ellas vestidas “en domino” (a cuadros), y
baila sin que nadie se percaté de quien es en realidad. Sin embargo apenas
discurrida una hora la Condesa de Noailles viene a buscarla para que se retire,
el Rey ha ordenado que la joven Dauphine no se fatigue en exceso.
Solo a las 8 de la mañana se da por
concluido el baile.
ÓPERAS, TRAGEDIAS Y BALLETS
Si bien las festividades oficiales
de la boda terminan con el bal masqué,
en el próximo mes y medio se dan varias representaciones en la recién
inaugurada Opéra Royal. El miércoles
23 de mayo la tragedia de Racine Athalie,
que destaca por su majestuosa puesta en escena, con 500 figurantes en la escena
final, una espectacular reconstrucción del Templo de Jerusalén y nueva música
compuesta por François-Joseph Gossec.
Representación de Athalie según Jean-Michel Moreau le Jeune. © RMN (Château de Versailles) - Gérard Blot. |
El sábado 26 se vuele a representar
la opera Persée. Según el programa
inicial el 30 de mayo se tiene que representar la ópera Castor et Pollux y el 9 de junio la tragedia Trancrède y el ballet La Tour
Enchantée, sin embargo, no estando listos los decorados, las
representaciones se trasladan al 9 y 20 de junio respectivamente.
LA FIESTA DE AUSTRIA
A finales de mayo, cuando el
torbellino de actos y fiestas en la Corte parece haberse calmado, empiezan en
Paris las celebraciones en honor a los recién casados.
La primera es la fiesta
que celebra el Conde de Mercy-Argenteau, embajador austriaco, en su residencia
del Petit Luxembourg. Sin embargo como su appartement
es demasiado pequeño, se construye una sala de recepción provisoria en el
jardín. Obra del abanderado de las nuevas corrientes neoclásicas el arquitecto Jean-François-Thérèse
Chalgrin. La sala es un inmenso espacio rectangular articulado con 8x6
colosales columnas corintias. La construcción, que recibe la aprobación unánime
de la crítica, se considera una de las edificaciones más destacadas del
neoclasicismo temprano francés a inicios de los 70.
Entrada a la sala de baile provisoria del Petit Luxembourg. |
Interior de la sala de baile de Chalgrin. |
El domingo 27 de mayo en la sala del Petit Luxembourg el Conde ofrece una cena de 90 cubiertos para lo más granado de la aristocracia y alta sociedad parisina. El día 29 le sigue un bal masqué en la misma sala.
Ni los recién casados ni la Familia
Real asisten a este evento o los otros celebrados en la capital, la entrada
oficial del Dauphin y la Dauphine a la ciudad no se producirá
hasta junio de…1773 !
TRAGEDIA EN LA PLACE LOUIS XV
Paralelamente la villa de Paris ha
ido organizando sus celebraciones. Inicialmente se habían previsto bailes
campestres, carreras de caballos, justas y espectáculos acuáticos en el Sena, mercadillos
y teatrillos repartidos por toda la ciudad y además iluminaciones de los
monumentos más emblemáticos de la ciudad.
Pero como las finanzas de la
administración local se encuentran bastante mal, al final se decide reducir
todo esto a una feria comercial en los iluminados boulevards del norte, de la Madeleine a la Porte Saint Denis
(actuales Boulevard des Capucins, des Italiens, Montmartre, Poisonnière y
Bonne Nouvelle) y unos fuegos de
artificio lanzados en la Place Louis XV
(actual Place de la Concorde).
Sobre la feria el Duque de Cröy
deja escrito: “Los boulevards […]
estaban iluminados con dos hileras de farolas y farolillos en los arboles, y había
una larga fila de paradas abiertas. Todo tuvo cierta belleza, pero tuvo un
éxito mediocre, así como el fuego de artificio.”
El fuego se programa para el
miércoles 30 de mayo, que se declara día festivo en toda la ciudad. A partir de
las seis de la tarde la gente empieza a confluir en la Place Louis XV, que por aquel entonces marcaba el limite oeste de
Paris, más allá se extendían los nuevos barrios que empezaban a ser urbanizados
para la albergar los hôtels y palacetes
de la aristocracia y alta burguesía parisina. El ayuntamiento ha desplegado a
más de doscientos agentes municipales, hay puestos en los que se da comida
gratuita y se han prohibido asimismo la construcción de graderías para evitar
que se hundan bajo el peso excesivo de la gente.
La Place Louis XV representada en los años 70, por Nicolas Perignon, antes de la construcción del puente- |
En el centro de la plaza se yergue la estatua del Rey, inaugurada en junio de 1763. Hacia el norte hay las dos columnatas que enmarcan visualmente la estatua y sirven de entrada a la Rue Royale, que conduce a la iglesia de la Madeleine, que en 1770 es un inmenso solar en obras repleto de materiales de construcción. Hacia el este hay las verjas que dan entrada al Jardin des Tuileries. Al sur hay una larga balaustrada que da al Sena (el actual puente no se empezará a construir hasta 1787) y la desembocadura de las dos avenidas que bordean el río, el Cours de la Reine al oeste y la Quai des Tuileries al este. Finalmente al oeste empiezan los Champs-Élysées que por aquel entonces son un camino sin pavimentar flanqueado por una doble hilera de árboles y rodeado de solares sin construir.
El caer la noche empieza el
espectáculo de fuegos artificiales, que son lanzados desde la balaustrada que
da al río al sur de la plaza. Pero como dice el Duque de Cröy el resultado es
mediocre: el bouquet final se enciende
demasiado temprano y se acaba prendiendo todo el entarimado, en resumen todo resulta
precipitado y deslucido.
La multitud, decepcionada se dirige
entonces hacia la feria de los boulevards
del norte, sin embargo como casi todas las entradas a la plaza están taponadas
por largas hileras de carruajes solo pueden salir por la Rue Royale al norte. Entre trescientas y cuatrocientas mil personas
se dirigen hacia el embudo de la Rue
Royale, sin embargo ésta también se encuentra llena de carruajes y dos
coches de bomberos avanzan además en dirección contraria para apagar el fuego
del entarimado. Los primeros espectadores llegan entonces a la zona en obras de
la Madeleine, tropiezan con los materiales, caen y son pisoteados, en la Rue Royale se produce una avalancha, los
que pueden suben al techo de los carruajes o a las farolas, otros encima de los
caballos que mueren aplastados. Solo varios minutos más tarde la escasa guardia
municipal logra controlar la situación. El resultado: 132 muertos y más de mil
heridos. El fallecido más joven tiene seis años, el mayor setenta.
Una vez más el Duque de Cröy nos
relata parte del trágico episodio:
“Lo más bonito era la cantidad de
gente y carruajes que había […] muchísima gente había venido de las afueras
solo para ver el espectáculo. […] llegamos con antelación y nos situamos en las
columnatas, en el espacio del Duque de Chevreuse […] El fuego fue bonito, pero
no excepcional […] Después del fuego, la cantidad de gente que quería salir de
la plaza era espectacular y aterradora. Vi esa masa que llegaba y como nuestro
carruaje era de los primeros de la Rue
Royale comprendí que debíamos partir rápido. Seis nos metimos en el
interior y el Duque de Sully y otros subieron detrás […] llegamos a casa de la
Princesa de Tingry con bastante calma, tuvimos suerte, porque partimos temprano,
si la muchedumbre nos hubiera alcanzado, no sé como hubiera acabado la cosa”.
Cuando a la mañana siguiente, la
noticia llega a Versailles, el Dauphin
y la Dauphine quedan completamente
consternados y deciden dar todo el dinero que el Rey les había dado en honor de
su boda a las familias de muertos y heridos, a su imitación varios princes de sang y el arzobispo de Paris
hacen lo mismo. Como la picaresca no es exclusividad española, no faltarán los
que simularán haber estado en la avalancha o ser familiares de alguien para
cobrar de la generosidad real.
Muchos ven, sin embargo, en el
suceso un presagio funesto para la nueva pareja que un día está destinada a
reinar sobre Francia, y como la Historia es a veces siniestra ciertas casualidades
no pueden ser ignoradas. Los cuerpos de los muertos son llevados a un
cementerio de las afueras de la ciudad, años más tarde en ese mismo lugar se
enterrarán los cuerpos decapitados de Louis XVI y Marie-Antoinette, en dicho
lugar se alza hoy la Chapelle Expiatoire.
Varias décadas más tarde, en 1896, otra avalancha de consecuencias similares
tendrá lugar en la coronación en Moscú de Nikolay II y Aleksandra Feodorovna,
los últimos zares de Rusia.
LA FIESTA DE ESPAÑA
El domingo 10 de junio tiene lugar la
última celebración en honor a los recién casados, en este caso celebrada por el
embajador español, el Conde de Fuentes. El embajador, para asegurar la comodidad
del evento, ha alquilado el vauxhall
(algo así como un club nocturno) de Torré situado al norte de la ciudad en el Boulevard Saint Martin. Al vauxhall, compuesto por una enorme sala
ovalada rodeada de un pórtico, se ha añadido un pabellón que servirá
de sala de banquetes y que se une con la anterior por un patio interior
recubierto de farolillos. Como la mayoría de las construcciones se encuentran abiertas
al exterior o directamente al aire libre es un suerte que ninguna tormenta
estropeé la fiesta.
A las nueve y pico empieza la celebración
con unos fuegos de artificio lanzados desde los huertos de detrás del vauxhall, si bien no alcanzan la
magnificencia de los de Versailles, el público los considera de los mejores,
por su duración, variedad y colorido, no en vano, el propietario del vauxhall, Giovanni Battista Torre, es especialista
en pirotecnia. Por orden del Rey, seiscientos soldados se encargan de la seguridad
del evento, para evitar sucesos como los de la Place Louis XV.
A continuación se sirve la cena
para trescientos comensales que dura hasta las once y media, luego se retiran
las mesas y todo el recinto se convierte en un inmenso espacio para el bal masqué. Más de seis mil personas con
entrada disfrutan del baile, que se realiza tanto en las salas interiores como
en el jardín al aire libre. Paralelamente, en el exterior el Conde ha dispuesto
que se dé comida gratuita a todo aquel que se acerque.
La fiesta del Conde de Fuentes solo
termina al amanecer cuando poco a poco se van apagando los miles de farolillos
que decoran las fachadas y los jardines. La celebración es un gran éxito, de
las mejores que se han realizado para conmemorar la boda y todo el mundo
remarca que si la del embajador de Austria fue más solemne, la del embajador de
España fue por el contrario más alegre y agradable.
Terminaban pues las festividades que habían acompañado a esta boda, calificada de histórica por unir a un Borbón con una Habsburgo. Louis-Auguste y Marie-Antoinette acaban de conocerse, y a lo largo de los siguientes meses se constatarán las profundas diferencias de carácter entre ambos, terminarán, sin embargo, sintiendo afecto el uno por el otro. Su historia y su drama acaban de empezar.
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